ARTICULO |
1 JULIO 2011 – Número 2 |
Estado suplantador y tragedia social
Artículo de David León Matute para La Independiente Digital

Foto Marina Escalada ©
Desde la aparición de la sociedad, entendida ésta como lo que fuere, según el caso, siempre ha existido el debate dialéctico Natura vs Civilización, siendo ésta última exaltada, incluso, en cuanto desarrollo individual se refiere. Un hombre civilizado, sólo, sin relación siquiera en sociedad, valía más que un bárbaro o un individuo carente de los más altos valores sociales y por ende civilizado. Esta visión ha sido avalada de manera aplastante en las ocasiones en que el poder del colectivo organizado ha supuesto un éxito frente al caos imperante en la naturaleza. Los logros sociales del hombre civilizado pasan por superar y vencer la oposición de la naturaleza. Es así, evidente, que puesto en relación con el atavismo bárbaro, la civilización, entendida como auto-organización, suponía lo que se ha dado en llamar progreso. Son notables los ejemplos de la antigüedad más lejana y aún perviven en nuestro imaginario colectivo ideales sociales prontamente alcanzados como la autoconferida Democracia Ateniense, que está presente hoy día como perfección de la estructuración social en cuanto a lo público y lo político. Supone realmente un portentoso ejercicio de organización social la evolución de las reformas introducidas ya por Clístenes con posterioridad a las de Solón, y que culminarán con el liderazgo y magisterio de Pericles, lo que permitirá a Atenas entrar en su más esplendorosa época, y que ha legado no sólo grandes avances sociales sino un enriquecimiento cultural y filosófico que perdura hoy día.
La riqueza social Ateniense siempre estuvo en entredicho frente a una visión menos abierta y compleja, que iba a proporcionar una estabilidad y solidez social sin precedentes. El Estado Espartano fue admirado incluso por brillantísimos filósofos del área de influencia cultural ateniense; personajes tan importantes como Platón o Aristóteles eran defensores de una visión más constreñida del desarrollo ciudadano en relación a la sociedad. El bien individual debería estar supeditado al bien colectivo para permitir la supervivencia de la más alta invención de la civilización, el Estado. Es conocido el carácter alienante de las instituciones espartanas y la perfecta máquina social que suponía su masa ciudadana. No nos referimos a la equidad o la bondad para con sus integrantes; los espartiatas dentro de la consideración de homoioi eran considerados los verdaderos ciudadanos, la élite que debía asegurar la pervivencia del Estado, sobre ellos recaía la responsabilidad de su mantenimiento y por ende los únicos que gozaban de margen de maniobra y “libertad” dentro de su sociedad. La solidez del Estado Espartano será tal que se impondrá a la polivalencia, riqueza y apertura de la concepción Ateniense. La razón última de la fuerza supone un obstáculo insalvable en las lides de la dialéctica material. De todos es conocido, por otra parte, el enquilosamiento cultural de la sociedad espartana. Su desarrollo en éstas áreas es inversamente proporcional a la estabilidad de su Estado. Valore el lector la importancia que tiene para él la preponderancia de uno u otro parámetro social en dicho momento histórico.
Es una constante, dentro del análisis histórico, el comentario acerca de la escasa visión del Mundo Griego en la antigüedad, que a pesar del concepto de koiné, que aglutinaba culturalmente a gran parte de sus poleis o ciudades-estado, no supo alcanzar un nivel mayor de organización para dar lugar al más formidable Imperio. Ciertamente, el desarrollo en general alcanzado por la polis griega era muy relevante, e incluso la simple unión temporal, en ligas o anfictionías, de éstas frente a un enemigo común supuso una oposición insalvable al más grande Imperio conocido; los Persas no pudieron doblegar a ‘los griegos’. Este sustrato pondría las bases para la creación de un Imperio tan grande como efímero, el de Alejandro, que se desmembraría a su muerte pero que extendería el helenismo por los confines del mundo conocido.
"Según Aristóteles el tamaño de la ciudad-estado debería ser tal que permitiese al ciudadano poder recorrer en un día de travesía su territorio."
"Un Sistema legal donde de un lado está el Estado y de otro el individuo: es una auténtica tragedia; la disidencia o la insumisión no tienen cabida."
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La superioridad del Imperio frente a una visión más reducida de organización social se debe únicamente a la cantidad. El enorme volúmen de voluntades trabajando en común dentro de un Imperio es netamente superior a la puesta en marcha de cualquier empresa realizada por un número menor de individuos. No podemos hablar, en términos cualitativos, de que existan elementos ‘mejores’ en un Imperio o Estado frente a una organización social de menor tamaño. No existe un salto cualitativo, la diferencia es únicamente cuantitativa. Un Imperio es una suma tosca y grosera de individuos que no va a proporcionales a éstos ningún valor superior que no pudieran encontrar en una organización de tamaño menor. Su supremacía, como hemos dicho, se debe únicamente a su mayor volúmen en términos de fuerza de trabajo. Aunar un mayor volúmen de voluntades únicamente puede conseguirse por la coacción; de todos es conocidos lo difícil que es convencer a un elevado número de individuos para que trabajen en común si no hay una motivación suficiente para que éstos lo hagan cooperativamente. El carácter imperialista o incluso estatalista siempre ha ido unido a la coacción y a la fuerza ejercida por sus instituciones sobre el individuo libre.
Conocida ya la cualidad en la que se basa la supuesta superioridad del Estado hemos de atender a los métodos desarrollados por éste para el mantenimiento de su status. No vamos a ofrecer una receta de actuaciones o una lista exhaustiva de métodos por los cuales el Estado ejerce su influencia sobre la ciudadanía. Los elementos institucionales de que se componen tienen multitud de vías para desarrollar su labor: compulsión sobre las personas, coacción legislativa, manipulación mediática, influencia cultural, control moral, etc. Son tan variados y están tan supeditados a herramientas coyunturales que es del todo irrelevante una catalagoción en este momento. Interesa más proponer un marco genérico de análisis a modo de cierre que nos permita observar las características comunes a la actuación estatalista frente a la visión individual del ciudadano. |
Vamos a partir de la base y el fundamento de la constitución social. Como no podía ser de otra manera los ladrillos o elementos atómicos que constituyen la formación del edificio social no son otros que los individuos. Es evidente que sin individuos no hay sociedad, así pues, será el individuo nuestro primer y básico objeto de análisis. Al no existir otro elemento más que constituya parte de la sociedad nos veremos obligados a incidir únicamente en dicho punto de vista, el individual, en este análisis. Si la sociedad estuviese también constituida por árboles, robots o cualquier otro ente nos veríamos obligados a tomarlos en consideración, al no ser éste el caso, únicamente nos queda el individuo como objeto de análisis social. Toda consideración o visión de la Sociedad que no parta de este axioma básico estará por naturaleza viciada de principio y será fraudulenta. Tendremos que hacer nuestro estudio partiendo desde abajo, un análisis de abajo-arriba es la única manera válida. Los análisis de arriba-abajo presuponen la existencia de un cuerpo social o una abstracta organización comunitaria por encima de la existencia del individuo, lo que supone una aberración intelectual que no puede tenerse en consideración pues es una burda trampa a modo de pensamiento circular.
Mal que a algunos les pese tendremos que atender también a una concepción psicologista de la existencia humana, que tendrá en la percepción individual su primigenia formación. Si hay algo que parece diferenciar a los seres humanos del resto de animales es la percepción de su propio yo, la consciencia individual de cada uno. Así pues, la construcción social debe partir de la percepción del individuo frente a otros individuos, no podemos atender a unas supuestas leyes objetivas o exteriores a éste, como si la sociedad fuese fruto de unas pretendidas leyes universales como las de la cristalografía o las de las fuerzas de la naturaleza.
Mal que a algunos les pese tendremos que atender también a una concepción psicologista de la existencia humana, que tendrá en la percepción individual su primigenia formación. Si hay algo que parece diferenciar a los seres humanos del resto de animales es la percepción de su propio yo, la consciencia individual de cada uno. Así pues, la construcción social debe partir de la percepción del individuo frente a otros individuos, no podemos atender a unas supuestas leyes objetivas o exteriores a éste, como si la sociedad fuese fruto de unas pretendidas leyes universales como las de la cristalografía o las de las fuerzas de la naturaleza.
Partiendo de estas premisas vamos a poder atender a la construcción social a partir de las distintas realidades a modo de gnoseología que el individuo conoce. En el caso que nos ocupa trataremos de advertir las distintas categorías de alcance que el individuo va a percibir respecto a la sociedad como grupo de individuos. El caso más directo y evidente se muestra con la construcción de las diferentes personas gramaticales: YO, TÚ y ÉL, conjugadas con el número gramatical: singular o plural, que permitirá al individuo sentirse integrado en un grupo o permitir la comunión con otros individuos.
De esta forma podemos advertir que la sociedad percibida de abajo-arriba puede componerse básicamente de tres esferas que atienden en alguna medida a las personas gramaticales y que denominaremos igualmente identificándolas con aquellas. Estas esferas desde un punto de vista “individual” se posicionan de manera concéntrica englobando lógicamente las más exteriores a las más internas. Por tanto, podemos indicar la existencia de:
De esta forma podemos advertir que la sociedad percibida de abajo-arriba puede componerse básicamente de tres esferas que atienden en alguna medida a las personas gramaticales y que denominaremos igualmente identificándolas con aquellas. Estas esferas desde un punto de vista “individual” se posicionan de manera concéntrica englobando lógicamente las más exteriores a las más internas. Por tanto, podemos indicar la existencia de:

– esfera de la 1a persona, o esfera-1: estará compuesta por la propia psicología del individuo, sus
pensamientos, su consciencia, su sistema de valores, su reflexión, sus sentimientos y todo el “mundo interior” más o menos rico que compone la vida del individuo en relación a su propia persona. Aquí se encuentran infinidad de capacidades, desde los miedos y fobias, las ambiciones, nuestras virtudes y vicios, traumas y catarsis; en fin, todo un mundo rico en posibilidades autoconstruidas y experimentadas por la mente del individuo. Es, obviamente, la esfera más íntima, y debería ser inviolable, y que pone a las personas en relación a la sociedad.
– esfera de la 2a persona, o esfera-2: la existencia externa de otros individuos con los que nos vamos a relacionar indefectiblemente pone de manifiesto una superficie de contacto entre nuestra esfera-1 y la de los demás. Podríamos atender a una visión objetiva de esta realidad observando la existencia de las miríadas de diferentes y diminutas esferas personales a modo de átomos chocando unas con otras y desplegándose por todo el universo social. No es esta visión la que nos interesa aunque podamos hablar de ella más adelante para exponer diferentes cuestiones. Si atendemos a una perspectiva subjetivista de abajo-arriba, como ya dijimos, observaremos que los individuos con los que nos relacionamos más allá de nuestra propio mundo interior van a quedar englobandos en una esfera más exterior. Nuestra relación personal y directa con este grupo de individualidades, de personas, va a formar nuestra esfera-2. En esta podemos incluir a la familia, los amigos, nuestros vecinos, los conocidos con los que tenemos una relación más o menos consentida pero amplia y continuada en el tiempo. Estos individuos van a constituir gran parte de nuestra vida social, van a poder influir generalmente en gran medida sobre nuestra persona y van a moldear de una forma u otra nuestras reacciones, nuestros modos de percibir el mundo, nuestras creencias, etc. y van a constituir una superficie de contacto entre la sociedad y el individuo. Gran parte de nuestras actitudes vendrán dadas como respuesta, ya sea en negativo o positivo, a la relación con este grupo. Va a suponer, en definitiva, “lo conocido”.
– esfera de la 3a persona, o esfera-3: supone, últimamente, el grupo de individuos desconocidos, la sociedad más amplia, entendida como algo sobre lo que escasamente podemos actuar y que no tiene relación directa con nosotros, o al menos de forma marginal y tangencial.
pensamientos, su consciencia, su sistema de valores, su reflexión, sus sentimientos y todo el “mundo interior” más o menos rico que compone la vida del individuo en relación a su propia persona. Aquí se encuentran infinidad de capacidades, desde los miedos y fobias, las ambiciones, nuestras virtudes y vicios, traumas y catarsis; en fin, todo un mundo rico en posibilidades autoconstruidas y experimentadas por la mente del individuo. Es, obviamente, la esfera más íntima, y debería ser inviolable, y que pone a las personas en relación a la sociedad.
– esfera de la 2a persona, o esfera-2: la existencia externa de otros individuos con los que nos vamos a relacionar indefectiblemente pone de manifiesto una superficie de contacto entre nuestra esfera-1 y la de los demás. Podríamos atender a una visión objetiva de esta realidad observando la existencia de las miríadas de diferentes y diminutas esferas personales a modo de átomos chocando unas con otras y desplegándose por todo el universo social. No es esta visión la que nos interesa aunque podamos hablar de ella más adelante para exponer diferentes cuestiones. Si atendemos a una perspectiva subjetivista de abajo-arriba, como ya dijimos, observaremos que los individuos con los que nos relacionamos más allá de nuestra propio mundo interior van a quedar englobandos en una esfera más exterior. Nuestra relación personal y directa con este grupo de individualidades, de personas, va a formar nuestra esfera-2. En esta podemos incluir a la familia, los amigos, nuestros vecinos, los conocidos con los que tenemos una relación más o menos consentida pero amplia y continuada en el tiempo. Estos individuos van a constituir gran parte de nuestra vida social, van a poder influir generalmente en gran medida sobre nuestra persona y van a moldear de una forma u otra nuestras reacciones, nuestros modos de percibir el mundo, nuestras creencias, etc. y van a constituir una superficie de contacto entre la sociedad y el individuo. Gran parte de nuestras actitudes vendrán dadas como respuesta, ya sea en negativo o positivo, a la relación con este grupo. Va a suponer, en definitiva, “lo conocido”.
– esfera de la 3a persona, o esfera-3: supone, últimamente, el grupo de individuos desconocidos, la sociedad más amplia, entendida como algo sobre lo que escasamente podemos actuar y que no tiene relación directa con nosotros, o al menos de forma marginal y tangencial.
Veamos la evolución de estas diferentes esferas en el devenir histórico respecto a la percepción individual de la sociedad. Podríamos reducir la esfera-1 a un simple punto desde el cual de manera radiocéntrica vamos a percibir el conjunto de la sociedad respecto a la anterior clasificación que hemos propuesto. Evidentemente somos una simple singularidad, desde una visión abajo-arriba no tiene mayor sentido, así que podremos confundir sin ninguna imprecisión esfera-1 o individuo puntual. El individuo, su percepción como persona es inmutable para este estudio, él y no otra cosa es el objeto de análisis, es el átomo, el ladrillo a partir del cual se construye la sociedad. El individuo, por tanto, ha de permanecer inmutable. Las teorías que pretenden cambiar al individuo son todas elaboradas desde una perspectiva arriba-abajo y que presupone que éste ha de cambiar para adaptarse a la una teorética y perfecta sociedad construida de manera independiente a él. Dicha pretensión supone un desprecio absoluto por la naturaleza humana y está abocada a proporcionar sufrimiento y violencia sobre el individuo, coartando infinidad de veces su libertad y su concepción personal.
Obviamente la vida en sociedad supone una restricción del absoluto albedrío individual. Convivir supone acordar una serie de reglas conjuntas y coherentes donde ha de darse alguna concesión personal. Educar –palabra y concepto tan manido hoy día– supone enseñar a los individuos, generalmente en su infancia o etapa de formación como persona y ciudadano, una serie de reglas colectivas que han de observarse para poder mantener cierto equilibrio. Esta asunción de unas reglas impuestas coarta naturalmente la actitud humana. Es, digamos, un mal necesario que supone la domesticación de la naturaleza humana (o más bien animal). El paso de lo salvaje a lo domesticado, en plantas y animales, implica sacrificio, esfuerzo y supresión de instintos, una guía rectora externa. En el caso humano no podía ser menos. La convivencia en sociedad necesita la domesticación de nuestra naturaleza, lo que de animal tenemos que no permite el equilibrio con nuestros iguales en una organización cuantitativa superior. Civilización vs Natura tal y como habíamos comenzado este artículo.
Obviamente la vida en sociedad supone una restricción del absoluto albedrío individual. Convivir supone acordar una serie de reglas conjuntas y coherentes donde ha de darse alguna concesión personal. Educar –palabra y concepto tan manido hoy día– supone enseñar a los individuos, generalmente en su infancia o etapa de formación como persona y ciudadano, una serie de reglas colectivas que han de observarse para poder mantener cierto equilibrio. Esta asunción de unas reglas impuestas coarta naturalmente la actitud humana. Es, digamos, un mal necesario que supone la domesticación de la naturaleza humana (o más bien animal). El paso de lo salvaje a lo domesticado, en plantas y animales, implica sacrificio, esfuerzo y supresión de instintos, una guía rectora externa. En el caso humano no podía ser menos. La convivencia en sociedad necesita la domesticación de nuestra naturaleza, lo que de animal tenemos que no permite el equilibrio con nuestros iguales en una organización cuantitativa superior. Civilización vs Natura tal y como habíamos comenzado este artículo.
¿Qué ha cambiado de las otras dos esferas a lo largo de la historia? Pondremos como caso paradigmático el ya mencionado 'mundo griego' por ser éste un magnífico ejemplo de construcción social, bien estudiado y conocido, y además, base y pilar fundamental de la cultura denominada hoy como occidental y que está imponiendo duramente su cosmovisión a lo largo de todo el planeta. En mayor o menor medida podríamos poner ejemplos diacrónicos de diferentes lugares o culturas. Pero obviaremos esta pretendida exposición exhaustiva pues no es significativo de lo que vamos a explicar.
Desde el teatro y la literatura clásica tenemos dos ejemplos en cuanto a la relación del individuo con el mundo que le rodea. Si atendemos a la relación del individuo con la esfera-2 y su problemática estamos hablando de un drama. En él, el individuo entra en confrontación con otro de sus semejantes, o un grupo de estos. Generalmente se evidencian problemas de convivencia, dilemas personales, acciones o reacciones frente a una situación social que podríamos calificar como contenida. De otra parte tenemos la tragedia. En ella el individuo se enfrenta a un cuerpo que podríamos llamar genéricamente social que está mucho más allá de su alcance. Es frecuente encontrar la problemática personal de individuos confrontados a grupos externos y ajenos a él, reyes, dioses o la propia naturaleza, sustanciada en las aventuras, incluso hasta el Destino, que está por encima de todo. Esta problemática queda fuera del área de influencia inmediata del individuo, supone un enorme salto cualitativo que hace realmente quedar fuera de lo humano, del alcance individual, las acciones necesarias a tomar en consideración. Ello va a suponer un significativo estrés emocional al protagonista, va a implicar su condición de héroe, y por tanto, significará si sale victorioso, aunque muy raramente es así, que está por encima de cualquier ciudadano normal. La desproporción es la diferencia clara entre el drama y la tragedia, y queda circunscrita para la visión del individuo en las diferentes esferas de actuación “social”, una más cercana y asumible, la otra la más lejana e inhumana.
Por la naturaleza de su constitución la relación más natural y común es la de la esfera-1 con la esfera-2. Lo común es el drama, está al alcance de todos, muchos lo saborean a diario, no tenemos más que comprobar el éxito de las denominadas 'telenovelas', es la problemática que observamos a diario, nuestros problemas personales, con los amigos, la familia, los compañeros de trabajo, el conflicto con el vecino, etc. Lo extraordinario es la tragedia, y va a suponer el conflicto entre la esfera-1 y la esfera-3. Esta relación es poco natural, es generalmente violenta y altamente destructiva para con el individuo dada la incapacidad de éste para hacer frente a una desmesura presentada por lo que está fuera de su alcance, lo desconocido, incluso lo divino o sobrenatural.
Desde el teatro y la literatura clásica tenemos dos ejemplos en cuanto a la relación del individuo con el mundo que le rodea. Si atendemos a la relación del individuo con la esfera-2 y su problemática estamos hablando de un drama. En él, el individuo entra en confrontación con otro de sus semejantes, o un grupo de estos. Generalmente se evidencian problemas de convivencia, dilemas personales, acciones o reacciones frente a una situación social que podríamos calificar como contenida. De otra parte tenemos la tragedia. En ella el individuo se enfrenta a un cuerpo que podríamos llamar genéricamente social que está mucho más allá de su alcance. Es frecuente encontrar la problemática personal de individuos confrontados a grupos externos y ajenos a él, reyes, dioses o la propia naturaleza, sustanciada en las aventuras, incluso hasta el Destino, que está por encima de todo. Esta problemática queda fuera del área de influencia inmediata del individuo, supone un enorme salto cualitativo que hace realmente quedar fuera de lo humano, del alcance individual, las acciones necesarias a tomar en consideración. Ello va a suponer un significativo estrés emocional al protagonista, va a implicar su condición de héroe, y por tanto, significará si sale victorioso, aunque muy raramente es así, que está por encima de cualquier ciudadano normal. La desproporción es la diferencia clara entre el drama y la tragedia, y queda circunscrita para la visión del individuo en las diferentes esferas de actuación “social”, una más cercana y asumible, la otra la más lejana e inhumana.
Por la naturaleza de su constitución la relación más natural y común es la de la esfera-1 con la esfera-2. Lo común es el drama, está al alcance de todos, muchos lo saborean a diario, no tenemos más que comprobar el éxito de las denominadas 'telenovelas', es la problemática que observamos a diario, nuestros problemas personales, con los amigos, la familia, los compañeros de trabajo, el conflicto con el vecino, etc. Lo extraordinario es la tragedia, y va a suponer el conflicto entre la esfera-1 y la esfera-3. Esta relación es poco natural, es generalmente violenta y altamente destructiva para con el individuo dada la incapacidad de éste para hacer frente a una desmesura presentada por lo que está fuera de su alcance, lo desconocido, incluso lo divino o sobrenatural.

Foto Marina Escalada ©
Ya desde la antigüedad los sabios griegos teorizaban sobre la más correcta construcción de la sociedad. El caso de la polis griega evidencia el interés y la importancia del hecho. Según Aristóteles el tamaño de la ciudad-estado debería ser tal que permitiese al ciudadano poder recorrer en un día de travesía su territorio. Recordemos que la polis no es sólo el núcleo urbano (asty) sino las tierras de su alrededor (chora) necesarias para el sustento de la población incardinada en ella y que va a suponer una relación dual de ordenamiento del territorio entre estas dos partes de la polis. El ágora debe ser lo suficientemente grande para permitir que todos los ciudadanos puedan reunirse para debatir las políticas de la polis (debemos recordar que no todos los individuos eran ciudadanos en la Grecia clásica). Finalmente el número de ciudadanos debe ser tal que todos ellos se conozcan en mayor o menor medida y que tengan referencias unos de otros, algunos apuntan a un número de 5.000 que arrojaría una ciudad compuesta por 25.000 individuos. Esta visión de la sociedad construida alrededor de la visión personal y psicologista del individuo marcará claramente la diferencia entre las pequeñas ciudades-estado griegas y los imperios como el Persa. Como ya expusimos, muchos historiadores consideran que esta circunstancia sería un lastre para el desarrollo o evolución del mundo griego, y muchos no sabrán entender el porqué la atomización de la sociedad griega y el porqué no se construyó un Imperio fabuloso dado el altísimo grado de desarrollo cultural, intelectual, científico y militar que alcanzaron.
Estos y otros valores se deben, en definitiva, a una visión humanista de la construcción social, evitando aquellas que por sus dimensiones físicas o conceptuales exceden la capacidad individual. Para construir una sociedad equilibrada y respetuosa con el individuo ha de permitírsele que aquella esté al alcance de éste. Aquellas construcciones que estén excesivamente alejadas del individuo y en las que le sea obligatorio desenvolverse serán siempre problemáticas y adquirirán tintes trágicos. Tal y como se expresaba en aquella máxima clásica: el hombre es la medida de todas las cosas. Como ejemplo de la mencionada construcción de la ciudad podemos observar que los adelantos técnicos acaecidos en la 2a Revolución Industrial respecto a los medios de transporte ha permitido la extensión del entramado urbano precisamente hasta donde ha sido posible el movimiento pendular diario, el nuevo parámetro de la expansión no es la distancia sino el tiempo, a mayor efectividad de los transportes más alcance de la suburbanización. Sin embargo, este acercamiento de lo físico posibilitado por la tecnología no ha ido unido a un acercamiento social, precisamente todo lo contrario; los individuos están cada vez más aislados, menos interconectados y más ocupados en sus propios quehaceres del laberinto urbano. Esa es la tragedia urbana actual. Tal y como explica Louis Wirth las relaciones entre los individuos de la ciudad, al vivir en agregados humanos que superan un determinado tamaño (el que escapa a su propia capacidad humana, tanto física como intelectual), serían de carácter secundario y no primario, fueron definidas por el propio Wirth como impersonales, superficiales, transitorias y segmentadas.
Resumimos, por tanto, que los modos naturales y fluídos de relación del individuo en sociedad son através de su esfera-2, la ligada a sus semejantes en cuanto a personas con una capacidad de obrar similar a él. Las relaciones con la esfera-3 deben ser limitadas lo más posible, únicamente tienen razón de ser en cuanto el individuo está expuesto a otros que quedan fuera de su órbita de influencia, le son desconocidos, extraños y no tiene una relación ni de convivencia, ni igualdad.
Durante diversas épocas de la historia hemos visto sociedades donde la importancia cultural y el desarrollo social ligado a la cosmovisión individual ha partido de disponer de una esfera-2 lo más amplia posible. Un individuo con una amplia “red social” es un individuo con gran riqueza social y abultado márgen de acción en ella. En culturas tradicionales la importancia de la denominada familia extensa es el punto clave del desarrollo individual en sociedad. La familia extensa favorece amplias relaciones que van a fomentar la convivencia de todos los individuos involucrados en ella. Sin embargo, hay una tónica dominante en el desarrollo social en relación a la familia respecto la visión globalista del Estado.
Está constatado que cuanto más aumenta la visión estatalista de la sociedad más reducida tiende a ser la familia. La acumulación del Poder político y socioeconómico dentro de un marco estatal con influencia de determinados grupos va indefectiblemente unida a la realidad de la necesidad de reducir a la familia extensa. El Poder necesita atomizar lo más posible los grupos sociales para poder ejercer un control efectivo. Las importantes Revoluciones Burguesas ocurridas a finales del s.XVIII y a lo largo del s.XIX van a suponer un salto cualitativo del control del Estado sobre la ciudadanía. Se articulará una legislación sobre la base del Derecho Positivo que abarcará cada vez más ámbitos de la vida social del individuo. El Estado se eregirá como garante de los derechos y libertades de los individuos arrogándose la legitimidad de la violencia, que muchas veces será utilizada de forma coactiva sobre los propios ciudadanos.
Durante diversas épocas de la historia hemos visto sociedades donde la importancia cultural y el desarrollo social ligado a la cosmovisión individual ha partido de disponer de una esfera-2 lo más amplia posible. Un individuo con una amplia “red social” es un individuo con gran riqueza social y abultado márgen de acción en ella. En culturas tradicionales la importancia de la denominada familia extensa es el punto clave del desarrollo individual en sociedad. La familia extensa favorece amplias relaciones que van a fomentar la convivencia de todos los individuos involucrados en ella. Sin embargo, hay una tónica dominante en el desarrollo social en relación a la familia respecto la visión globalista del Estado.
Está constatado que cuanto más aumenta la visión estatalista de la sociedad más reducida tiende a ser la familia. La acumulación del Poder político y socioeconómico dentro de un marco estatal con influencia de determinados grupos va indefectiblemente unida a la realidad de la necesidad de reducir a la familia extensa. El Poder necesita atomizar lo más posible los grupos sociales para poder ejercer un control efectivo. Las importantes Revoluciones Burguesas ocurridas a finales del s.XVIII y a lo largo del s.XIX van a suponer un salto cualitativo del control del Estado sobre la ciudadanía. Se articulará una legislación sobre la base del Derecho Positivo que abarcará cada vez más ámbitos de la vida social del individuo. El Estado se eregirá como garante de los derechos y libertades de los individuos arrogándose la legitimidad de la violencia, que muchas veces será utilizada de forma coactiva sobre los propios ciudadanos.
Podemos resumir nuevamente, que cuanto más Estado, mayor es la esfera-3 y menor es la esfera-2. Es decir, el Estado tiende a suplantar la vida social del individuo en su interés propio. Veremos cómo desde el Estado decimonónico se va a favorecer una visión privilegiada de la familia nuclear sobre la familia extensa. Se denostarán como tradicionales y poco progresistas culturas de tipo patriarcal o matriarcal que se organizan de manera extensa entorno a una figura relevante para el grupo familiar. Durante el máximo desarrollo de esta visión estatalista veremos surgir en el siglo XIX una geopolítica de marcado sesgo imperialista. Todos los estados-nación, principalmente europeos, formados bajo la influencia del liberalismo burgués, se lanzarán a una carrera depredadora donde extenderán su tipo cultural a casi todos los rincones del mundo.
En este orden de cosas no es extraño que para dar respuesta a las tensas relaciones socioeconómicas entre los diferentes Estados y su equilibrio interno agitado por los nacionalismos posteriores surgan movimientos que supondrán una huída hacia delante. Los totalitarismos del incipiente siglo XX abundarán en una visión ultraestatalista en la que el individuo ha de quedar plenamente supeditado a la sociedad y su máxima representación que es el Estado. El fascismo, el nazismo o el comunismo estalinista supondrán una hipertrofia del Estado que pasará a ampliar de manera enfermiza y viciada la esfera-3 en gravísimo detrimento de la esfera-2. Se buscará inculcar en los individuos que su deber es para con el Estado y no para con sus semejantes, vecinos o incluso familia. Se fomentará la delación ciudadana hasta el punto esquizofrénico en el que los hijos hasta en su edad más infantil podrán denunciar a sus padres si observan que éstos no respetan con rigor los preceptos del Estado. Los individuos son despojados de su relación social personalista para introducirlos en un grupo de carácter colectivista completamente deshumanizado. El colectivismo estatalista es despersonalizado e institucionalizado, completamente dirigido por órganos superiores generalmente con una fuerte jerarquización, y donde se pretende sustituir la natural relación entre iguales por una relación grupal predirigida con vistas a fortalecer la visión del Estado. Esta homogeneización grupal atenta contra el libre pensamiento individual que quedarán denostado dentro del colectivo y va a producir marginalidad intelectual cuando no persecución y hasta aniquilación personal “por atacar los principios del Estado” amparándose en Leyes de Defensa de X (sustitúyase la X por la denominación particular del Estado en cuestión).
En este orden de cosas no es extraño que para dar respuesta a las tensas relaciones socioeconómicas entre los diferentes Estados y su equilibrio interno agitado por los nacionalismos posteriores surgan movimientos que supondrán una huída hacia delante. Los totalitarismos del incipiente siglo XX abundarán en una visión ultraestatalista en la que el individuo ha de quedar plenamente supeditado a la sociedad y su máxima representación que es el Estado. El fascismo, el nazismo o el comunismo estalinista supondrán una hipertrofia del Estado que pasará a ampliar de manera enfermiza y viciada la esfera-3 en gravísimo detrimento de la esfera-2. Se buscará inculcar en los individuos que su deber es para con el Estado y no para con sus semejantes, vecinos o incluso familia. Se fomentará la delación ciudadana hasta el punto esquizofrénico en el que los hijos hasta en su edad más infantil podrán denunciar a sus padres si observan que éstos no respetan con rigor los preceptos del Estado. Los individuos son despojados de su relación social personalista para introducirlos en un grupo de carácter colectivista completamente deshumanizado. El colectivismo estatalista es despersonalizado e institucionalizado, completamente dirigido por órganos superiores generalmente con una fuerte jerarquización, y donde se pretende sustituir la natural relación entre iguales por una relación grupal predirigida con vistas a fortalecer la visión del Estado. Esta homogeneización grupal atenta contra el libre pensamiento individual que quedarán denostado dentro del colectivo y va a producir marginalidad intelectual cuando no persecución y hasta aniquilación personal “por atacar los principios del Estado” amparándose en Leyes de Defensa de X (sustitúyase la X por la denominación particular del Estado en cuestión).
Ya se han expuesto en esta revista artículos sobre el carácter y origen de las Enseñanzas Obligatorias modernas, no vamos a redundar en ello pues a buen seguro los articulistas desarrollarán más ampliamente la cuestión en un futuro. No obstante, utilizaremos esta institución como ejemplo de la actuación social del Estado sobre la ciudadanía. Todas las medidas de ampliación e hipertrofia del Estado vienen anunciadas como “derechos” y “libertades” para sus ciudadanos, pero una vez asumida la supuesta mejora se convierte en necesaria y deviene en “obligación” destinada a preservar la bondad del Estado. Quién no las acate estará poniendo en peligro la organización social y la pervivencia misma del Estado y por ello será coaccionado a doblegarse, se aplicará una compulsión sobre las personas además de la forma más despersonalizada: un Sistema legal donde de un lado está el Estado y de otro el individuo: es una auténtica tragedia; la disidencia o la insumisión no tienen cabida.
Todos los Estados modernos poseen en sus articulados legalistas menciones sobre el derecho de reunión en donde de manera positiva se tasa el número de reunidos y se tipifica su intención. En los países más liberales se reconoce al menos; en los más opresivos puede llegar a ser negado de forma radical y sistemática. Lo que se busca, en definitiva, es la atomización social, el aislamiento individual del ciudadano en sociedad. Cuanto más reducida es la esfera-2 más suplantador es el Estado y crece la esfera-3. Como hemos visto al comienzo esto es sinónimo de conflictos trágicos para el individuo porque supone desprotección y alienamiento fundamentado en la desproporción de la relación social.
Todos los Estados modernos poseen en sus articulados legalistas menciones sobre el derecho de reunión en donde de manera positiva se tasa el número de reunidos y se tipifica su intención. En los países más liberales se reconoce al menos; en los más opresivos puede llegar a ser negado de forma radical y sistemática. Lo que se busca, en definitiva, es la atomización social, el aislamiento individual del ciudadano en sociedad. Cuanto más reducida es la esfera-2 más suplantador es el Estado y crece la esfera-3. Como hemos visto al comienzo esto es sinónimo de conflictos trágicos para el individuo porque supone desprotección y alienamiento fundamentado en la desproporción de la relación social.

El anonimato que suponen las instituciones estatales, los órganos de gobierno colegiados y prácticamente desconocidos, la toma de decisiones despersonalizada a través de leyes y la administración pública, su fuerte jerarquización, la organización estructural, etc. son un obstáculo insalvable para el individuo en cuanto ha de enfrentarse al Estado. Los grupos que alcanzan el Poder utilizan este sistema de forma irresponsable y opresora para favorecer sus intereses con prácticas de carácter totalmente mafioso. No es de extrañar que en estas situaciones vivamos en una sociedad cada vez más esquizofrénica, donde los problemas y enfermedades mentales están cada vez más extendidos, donde los individuos se ven superados completamente y a diario por circunstancias ante las que muchas veces no tienen la más mínima capacidad de reacción.
Podemos concluir en síntesis que el Estado se alimenta de los individuos, de los ciudadanos a los que aliena y fagocita, los despoja de su más básica y natural relación social. La esfera-3 crece siempre a expensas de la esfera-2, la forma que tiene para hacerlo es suplantarla lo más posible, sin embargo, la propia naturaleza de éstas hace que cuanto mayor es la superficie de contacto entre la esfera-1 (el individuo) y la nueva esfera-3 (el Estado) más tragedia social vamos a encontrar. Desde un punto de vista objetivista vemos cómo el Estado tiende a ocupar todos los intersticios existentes entre las diferentes esferas individuales que pululan, contactan y chocan en sociedad.
Podemos concluir en síntesis que el Estado se alimenta de los individuos, de los ciudadanos a los que aliena y fagocita, los despoja de su más básica y natural relación social. La esfera-3 crece siempre a expensas de la esfera-2, la forma que tiene para hacerlo es suplantarla lo más posible, sin embargo, la propia naturaleza de éstas hace que cuanto mayor es la superficie de contacto entre la esfera-1 (el individuo) y la nueva esfera-3 (el Estado) más tragedia social vamos a encontrar. Desde un punto de vista objetivista vemos cómo el Estado tiende a ocupar todos los intersticios existentes entre las diferentes esferas individuales que pululan, contactan y chocan en sociedad.
Debemos preguntarnos a quién favorece realmente esta situación. Los ciudadanos somos subyugados, unas veces por la fuerza, otras sutilmente, por una cosmovisión social que nos aliena y no favorece el sano desarrollo de la sociedad en sus más amplios ámbitos. Definitivamente el Estado sirve únicamente a los intereses de los grupos de Poder, es su más perfecta herramienta para ejercer su influencia y controlar la situación.
Finalmente queremos anotar una serie de cuestiones bien relacionadas que han de ponerse de manifiesto para adquirir una amplia visión sobre el asunto. Hemos apuntado al carácter antinatural del Estado y lo hemos ejemplificado vivamente con las ideologías totalitarias; sin embargo, como ya dijimos esto no es más que la evolución exagerada de una situación previa. No debemos olvidar que los orígenes del Estado moderno tienen su base en la burguesía liberal; son las Revoluciones Burguesas las que van a desarrollar e imponer las visiones estatolátricas que tan amplio calado y predicamento han tenido durante un par de siglos. Muchos politólogos denuncian actualmente la situación y la evolución a corto-medio plazo de los modernos estados-nación apuntando a una sustitución de éstos dentro de un Nuevo Orden Mundial caracterizado por la más absoluta de las globalizaciones materializadas y sustanciadas por un Gobierno Mundial efectivo y real. El ultracapitalismo neoliberal necesita de más amplio márgen de maniobra y es por ello que el status quo de las relaciones comerciales entre países no permite la evolución o el gran salto necesario para la particular visión que tiene el Poder, su ámbito de decisión debe alcanzar todos los rincones para hacerse efectivo.
Si hacemos una mirada retrospectiva de muchos de los pretendidos avances sociales actuales observaremos que son introducidos, como siempre, amparados en supuestos beneficios ciudadanos pero la realidad es más amplia que eso. Sin eliminar el carácter de progreso que han supuesto puntualmente ‒aunque debería matizarse con detalle este concepto que adquiere ya tintes de carácter mitológico‒, no hay que olvidar cómo han sido introducidos, por quién y cómo han favorecido al Estado y a sus grupos de Poder. Básicamente resumiremos que han ido encaminados a la destrucción del concepto de familia, tanto la extensa en el pasado, como la nuclear en el presente. Se ha buscado la facilidad de confrontación entre sus miembros introduciendo una serie de valores que son defendidos por la articulación de unas leyes positivas tendentes a dar más preponderancia al individuo egoísta encerrándolo cada vez más en su propia esfera-1, pudiendo decir que se pretende la atomización última de la sociedad, formada no ya por individuos libres con sus múltiples interrelaciones personales, sino por un burdo agregado puramente cuantitativo, una masa desarticulada puesta al servicio de las herramientas institucionales del Estado que podrá aunar así más fácilmente fuerza de trabajo en grandes cantidades que de otra forma sería complicado, pues habría que convencer individualmente las distintas y muy diferentes voluntades personales de sus ciudadanos.
La exposición y explicación detallada de estas herramientas, métodos, órganos y articulaciones estatalistas trasciende al ámbito de nuestro artículo que pretende un carácter únicamente general con la presentación de un modelo abstracto para entender la relación existente entre individuo y Estado. Será quizás materia a tratar en futuros artículos la particularidad de cada una de estas acciones del Estado que han ido socavando la libertad del ciudadano en su ámbito social. Acciones y métodos particulares y de carácter coyuntural como ya dijimos; acciones y métodos que siguen dándose actualmente y que sin duda seguirán dándose en un futuro. El problema, en definitiva, sigue siendo el mismo, lo único que cambia son los métodos y la coyuntura histórica.
Finalmente queremos anotar una serie de cuestiones bien relacionadas que han de ponerse de manifiesto para adquirir una amplia visión sobre el asunto. Hemos apuntado al carácter antinatural del Estado y lo hemos ejemplificado vivamente con las ideologías totalitarias; sin embargo, como ya dijimos esto no es más que la evolución exagerada de una situación previa. No debemos olvidar que los orígenes del Estado moderno tienen su base en la burguesía liberal; son las Revoluciones Burguesas las que van a desarrollar e imponer las visiones estatolátricas que tan amplio calado y predicamento han tenido durante un par de siglos. Muchos politólogos denuncian actualmente la situación y la evolución a corto-medio plazo de los modernos estados-nación apuntando a una sustitución de éstos dentro de un Nuevo Orden Mundial caracterizado por la más absoluta de las globalizaciones materializadas y sustanciadas por un Gobierno Mundial efectivo y real. El ultracapitalismo neoliberal necesita de más amplio márgen de maniobra y es por ello que el status quo de las relaciones comerciales entre países no permite la evolución o el gran salto necesario para la particular visión que tiene el Poder, su ámbito de decisión debe alcanzar todos los rincones para hacerse efectivo.
Si hacemos una mirada retrospectiva de muchos de los pretendidos avances sociales actuales observaremos que son introducidos, como siempre, amparados en supuestos beneficios ciudadanos pero la realidad es más amplia que eso. Sin eliminar el carácter de progreso que han supuesto puntualmente ‒aunque debería matizarse con detalle este concepto que adquiere ya tintes de carácter mitológico‒, no hay que olvidar cómo han sido introducidos, por quién y cómo han favorecido al Estado y a sus grupos de Poder. Básicamente resumiremos que han ido encaminados a la destrucción del concepto de familia, tanto la extensa en el pasado, como la nuclear en el presente. Se ha buscado la facilidad de confrontación entre sus miembros introduciendo una serie de valores que son defendidos por la articulación de unas leyes positivas tendentes a dar más preponderancia al individuo egoísta encerrándolo cada vez más en su propia esfera-1, pudiendo decir que se pretende la atomización última de la sociedad, formada no ya por individuos libres con sus múltiples interrelaciones personales, sino por un burdo agregado puramente cuantitativo, una masa desarticulada puesta al servicio de las herramientas institucionales del Estado que podrá aunar así más fácilmente fuerza de trabajo en grandes cantidades que de otra forma sería complicado, pues habría que convencer individualmente las distintas y muy diferentes voluntades personales de sus ciudadanos.
La exposición y explicación detallada de estas herramientas, métodos, órganos y articulaciones estatalistas trasciende al ámbito de nuestro artículo que pretende un carácter únicamente general con la presentación de un modelo abstracto para entender la relación existente entre individuo y Estado. Será quizás materia a tratar en futuros artículos la particularidad de cada una de estas acciones del Estado que han ido socavando la libertad del ciudadano en su ámbito social. Acciones y métodos particulares y de carácter coyuntural como ya dijimos; acciones y métodos que siguen dándose actualmente y que sin duda seguirán dándose en un futuro. El problema, en definitiva, sigue siendo el mismo, lo único que cambia son los métodos y la coyuntura histórica.
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