por Tete Llorens para La Independiente Digital
Vivimos en una sociedad mediocre, y eso ya es tan vox populi que incluso se ha aceptado como algo normal, como parte de nuestra "evolución". Millones de personas se quejan amargamente de ello, y lo hacen como si la cuestión no fuera con ellos. Si entablamos una conversación sobre la situación de la sociedad, mayoritariamente el consenso sobre su estado es más que gris, dejando en todos una cara consternada, pero existe una sensación de alienamiento con esa sociedad gris, como si fuera una pélicula que nos entristece, pero que de algún modo podemos evadir.
Hasta que nos levantamos al dia siguiente y empezamos la carrera rutinaria a través de infinidad de momentos grises que ponen de relieve la robotización, alienamiento humano y egoísmo que rigen los pasos del pueblo.
¿Cuándo estaré en el vagón de tren a las 6 de la mañana, dormido y dirección al trabajo y no aparecerán unos revisores acompañados de dos guardias de seguridad que me pedirán el billete con aire de gestapo y con un tono autoritario que hace que te preguntes si estás en un tren o en un correccional? ¿Cuándo subiré al autobús y le diré buenos dias al conductor y si este me responde pensaré en convertir ese dia en fiesta nacional? ¿Cuándo , después de pagar el billete miraré el interior de el autobús y no veré la triste imagen de un gallinero , con miradas que me miran y se miran de soslayo como si se sorprendieran de ver a un ser humano? ¿Cuándo podré entablar conversación durante el aburrido trayecto con alguien aunque no le conozca, sin que piensen que estoy loco o que desconfien pensando que soy un delincuente con malas intenciones? ¿Cuándo el simple hecho de encontrarme mal físicamente o en cualquier otro aspecto como para no ir a la cadena de trabajo será una razón entendible sin que se te tilde de "irresponsable" o "caradura"? ¿Cuándo podré expresarme humanamente en mi espacio laboral sin que ello choque con la competencia por el éxito y ello signifique que esta siempre acabe imponiéndose de un modo u otro en las relaciones humanas? ¿Cuándo podré hablar con las personas honestamente sin que estas se sientan atacadas por mis palabras? ¿Cuándo, incluso las personas que más quieres dejarán de querer alinearte con aquello que no les asusta y pueden controlar, evitando la sinceridad de comunicación para no enfrentarse a aquello que saben pero que no quieren recordar? ¿Cuándo el amor que en todos reside saldrá a la superfície rompiendo las barreras de miedos y nos hará ver lo insignificantes que son los obstáculos que nos impiden romper la barrera que nos aleja de las personas aunque las tengamos al lado?.
Estos son sólo algunos ejemplos de lo que todos nos encontramos, dias más, dias menos, en el ir y venir del frenesí social, frío y masivamente solitario en el que estamos sumergidos, y lo más importante, es que en el fondo de todos, existen estos mismos deseos, en algunos más en el fondo que otros, de romper con esas barreras que nos permitan expresarnos de verdad, ser auténticos, honestos, y soltar el lastre de la mediocridad que es tan común e incluso demandado, que se ha convertido en una coraza que nos separa, divide, y apaga como seres humanos, comportándonos más como máquinas productivas, que como lo que realmente somos.
Y a mi parecer, esto debería empezar a cambiar, desviando la mirada, que de modo vertical apunta al que dirige, aunque no sepamos quien es, conviertiendo esas normas que todos tenemos bien instauradas en nuestras mentes, como lo que es inquebrantable, permitiéndonos quebrantar todas las leyes para unas relaciones humanas sanas, y todo en pro de un premio que nunca nos satisface, para empezar a dirigir la mirada al que tenemos al lado, al prójimo, al igual que nosotros, al que sufre los mismos problemas y inquietudes que nosotros, al que tiene los mismos deseos esenciales que nosotros, aunque nuestra actitud al sentarnos juntos en el tren o el autobús hace que parezca que un abismo nos separe, y empezar a convivir de verdad, y no a soportarse lo mejor posible como dos nadadores por carriles distintos que se molestan con los codos a cada brazada. Empezar a poder tener en cuenta a los demás que están en nuestra vista horizontal antes que a cualquier poder que nos obligue a mirar hacia arriba, física o simbólicamente, entendiendo que la mayoria de problemas que mediamos a través de terceros se podrían solucionar si rompieramos esas barreras que nos alejan de alguien que está a tan sólo un palmo de nosotros.
Estoy convencido que en la gran mayoria de nosotros existe ese deseo, al igual que estoy seguro que todos tenemos en el interior, más o menos escondida, la intención de ayudar a los demás, como algo natural, pero el pensamiento de no saber si obtendrás la misma respuesta a esa entrega, hace que nos quedemos en nuestro caparazón, inmovilizados por la desconfianza, una desconfianza que nos han inculcado, para dirigir nuestra confianza hacia aquellos que se ocupan de los problemas y diferencias que dos personas, una junta a la otra puedan tener, evitando así el diálogo honesto y productivo, acomodándonos en el sentimiento de amenaza del Primo de turno perteneciente a algún estamento oficial, que nos mantendrá aun más sumergidos en nuestro caparazón, y aun más alejado de aquel que podriamos alcanzar con solo estirar el brazo.
Y es que, como toda palabra importante, la palabra "unión" ha sido manipulada y prostituida, al ser la mayor amenaza a este sistema alienante, gris y robotizado, porque si los seres humanos, rompieran esas barreras creadas, ayudando sin esperar nada a cambio y sin esperar ningún tipo de benefico, pero sabiendo que de manera natural, cualquiera que necesite ayuda la va a recibir del que tenga al lado y se la pueda ofrecer, ningún sentido tendrían todos esos organismos que se ocupan de lo que una sociedad humana y unida, podria realizar sin esfuerzos ni necesidad de intervención ajena, y así, romper con la dependencia que nos hace mirar siempre hacia arriba, y nunca hacia al lado, más allá que de reojo y por encima del hombro.
Los seres humanos vivimos como los hermanos pequeños que se pelean y para solucionar sus problemas acuden al padre, nosotros en última instancia siempre acudimos a papá Estado, en cualquiera de sus expresiones o formas, y esos hermanos, hasta que no empiezan a crecer y madurar, no empiezan a tener capacidad de solucionar ellos sus propias cuestiones, y a unirse más, derribando las barreras que antes no eran capaces de atravesar para poder relacionarse directamente sin la intervención divina del padre. Debemos emanciparnos, y empezar a vivir nuestra vida, respetando la de los demás, y ayudándonos entre nosotros, haciendo desaparecer la desconfianza, el miedo, la envidia y la ambición por el éxito individual para antenponer el éxito como sociedad y raza.
Vivimos en una sociedad mediocre, y eso ya es tan vox populi que incluso se ha aceptado como algo normal, como parte de nuestra "evolución". Millones de personas se quejan amargamente de ello, y lo hacen como si la cuestión no fuera con ellos. Si entablamos una conversación sobre la situación de la sociedad, mayoritariamente el consenso sobre su estado es más que gris, dejando en todos una cara consternada, pero existe una sensación de alienamiento con esa sociedad gris, como si fuera una pélicula que nos entristece, pero que de algún modo podemos evadir.
Hasta que nos levantamos al dia siguiente y empezamos la carrera rutinaria a través de infinidad de momentos grises que ponen de relieve la robotización, alienamiento humano y egoísmo que rigen los pasos del pueblo.
¿Cuándo estaré en el vagón de tren a las 6 de la mañana, dormido y dirección al trabajo y no aparecerán unos revisores acompañados de dos guardias de seguridad que me pedirán el billete con aire de gestapo y con un tono autoritario que hace que te preguntes si estás en un tren o en un correccional? ¿Cuándo subiré al autobús y le diré buenos dias al conductor y si este me responde pensaré en convertir ese dia en fiesta nacional? ¿Cuándo , después de pagar el billete miraré el interior de el autobús y no veré la triste imagen de un gallinero , con miradas que me miran y se miran de soslayo como si se sorprendieran de ver a un ser humano? ¿Cuándo podré entablar conversación durante el aburrido trayecto con alguien aunque no le conozca, sin que piensen que estoy loco o que desconfien pensando que soy un delincuente con malas intenciones? ¿Cuándo el simple hecho de encontrarme mal físicamente o en cualquier otro aspecto como para no ir a la cadena de trabajo será una razón entendible sin que se te tilde de "irresponsable" o "caradura"? ¿Cuándo podré expresarme humanamente en mi espacio laboral sin que ello choque con la competencia por el éxito y ello signifique que esta siempre acabe imponiéndose de un modo u otro en las relaciones humanas? ¿Cuándo podré hablar con las personas honestamente sin que estas se sientan atacadas por mis palabras? ¿Cuándo, incluso las personas que más quieres dejarán de querer alinearte con aquello que no les asusta y pueden controlar, evitando la sinceridad de comunicación para no enfrentarse a aquello que saben pero que no quieren recordar? ¿Cuándo el amor que en todos reside saldrá a la superfície rompiendo las barreras de miedos y nos hará ver lo insignificantes que son los obstáculos que nos impiden romper la barrera que nos aleja de las personas aunque las tengamos al lado?.
Estos son sólo algunos ejemplos de lo que todos nos encontramos, dias más, dias menos, en el ir y venir del frenesí social, frío y masivamente solitario en el que estamos sumergidos, y lo más importante, es que en el fondo de todos, existen estos mismos deseos, en algunos más en el fondo que otros, de romper con esas barreras que nos permitan expresarnos de verdad, ser auténticos, honestos, y soltar el lastre de la mediocridad que es tan común e incluso demandado, que se ha convertido en una coraza que nos separa, divide, y apaga como seres humanos, comportándonos más como máquinas productivas, que como lo que realmente somos.
Y a mi parecer, esto debería empezar a cambiar, desviando la mirada, que de modo vertical apunta al que dirige, aunque no sepamos quien es, conviertiendo esas normas que todos tenemos bien instauradas en nuestras mentes, como lo que es inquebrantable, permitiéndonos quebrantar todas las leyes para unas relaciones humanas sanas, y todo en pro de un premio que nunca nos satisface, para empezar a dirigir la mirada al que tenemos al lado, al prójimo, al igual que nosotros, al que sufre los mismos problemas y inquietudes que nosotros, al que tiene los mismos deseos esenciales que nosotros, aunque nuestra actitud al sentarnos juntos en el tren o el autobús hace que parezca que un abismo nos separe, y empezar a convivir de verdad, y no a soportarse lo mejor posible como dos nadadores por carriles distintos que se molestan con los codos a cada brazada. Empezar a poder tener en cuenta a los demás que están en nuestra vista horizontal antes que a cualquier poder que nos obligue a mirar hacia arriba, física o simbólicamente, entendiendo que la mayoria de problemas que mediamos a través de terceros se podrían solucionar si rompieramos esas barreras que nos alejan de alguien que está a tan sólo un palmo de nosotros.
Estoy convencido que en la gran mayoria de nosotros existe ese deseo, al igual que estoy seguro que todos tenemos en el interior, más o menos escondida, la intención de ayudar a los demás, como algo natural, pero el pensamiento de no saber si obtendrás la misma respuesta a esa entrega, hace que nos quedemos en nuestro caparazón, inmovilizados por la desconfianza, una desconfianza que nos han inculcado, para dirigir nuestra confianza hacia aquellos que se ocupan de los problemas y diferencias que dos personas, una junta a la otra puedan tener, evitando así el diálogo honesto y productivo, acomodándonos en el sentimiento de amenaza del Primo de turno perteneciente a algún estamento oficial, que nos mantendrá aun más sumergidos en nuestro caparazón, y aun más alejado de aquel que podriamos alcanzar con solo estirar el brazo.
Y es que, como toda palabra importante, la palabra "unión" ha sido manipulada y prostituida, al ser la mayor amenaza a este sistema alienante, gris y robotizado, porque si los seres humanos, rompieran esas barreras creadas, ayudando sin esperar nada a cambio y sin esperar ningún tipo de benefico, pero sabiendo que de manera natural, cualquiera que necesite ayuda la va a recibir del que tenga al lado y se la pueda ofrecer, ningún sentido tendrían todos esos organismos que se ocupan de lo que una sociedad humana y unida, podria realizar sin esfuerzos ni necesidad de intervención ajena, y así, romper con la dependencia que nos hace mirar siempre hacia arriba, y nunca hacia al lado, más allá que de reojo y por encima del hombro.
Los seres humanos vivimos como los hermanos pequeños que se pelean y para solucionar sus problemas acuden al padre, nosotros en última instancia siempre acudimos a papá Estado, en cualquiera de sus expresiones o formas, y esos hermanos, hasta que no empiezan a crecer y madurar, no empiezan a tener capacidad de solucionar ellos sus propias cuestiones, y a unirse más, derribando las barreras que antes no eran capaces de atravesar para poder relacionarse directamente sin la intervención divina del padre. Debemos emanciparnos, y empezar a vivir nuestra vida, respetando la de los demás, y ayudándonos entre nosotros, haciendo desaparecer la desconfianza, el miedo, la envidia y la ambición por el éxito individual para antenponer el éxito como sociedad y raza.