INVESTIGACION |
1 AGOSTO 2011 – Número 3 |
Barcelona y el comercio negrero
La historia tiene la manía de incomodar a los arquitectos del presente, pero va siendo hora de que miremos atrás y rescatemos una parte de la historia que no se debería barrer bajo la alfombra, por muy incómoda que sea.
M.E. Romero para La Independiente Digital
Barcelona – Plaza Nueva 1820 ©peacay
La costa que se desliza ondulante desde Barcelona dirección Francia está plagada de poblaciones que antaño fueron nucleos pesqueros y hoy en dia son bonitos pueblos encadenados, uno a otro, por una continua lengua de arena, riveteada por la primera linea de tren construida en todo el territorio Español, la linea Barcelona-Mataró, flanqueada esta por una intermitente avenida de veinte kilometros de largo de unas palmeras que intentan, sin lograrlo, maquillar la fea cicatriz de la via férrea. La costa del Maresme tiene un je ne sais qoui, un caché histórico de señoritos y señoritas, de segundas residencias noucentistas de la burguesía barcelonesa y masías góticas, de escapadas de fin de semana de damas y caballeros ensombrillados a tomar los baños a la playa de Montgat, y de escapadas amorosas de burgueses y hasta de la realeza.
Pueblos como Tiana, Alella, Masnou, Vilassar, Mataró, que pueden presumir de preciosas casas modernistas y también de caprichos de estilo colonial, bonitas casas construidas por burgueses, comerciantes, industriales, por los míticos indianos, aquellas gentes aventureras que zarparon a "hacer las Americas", emprendedores, comerciantes que lo apostaron todo y volvieron vencedores de su aventura mercantil y orgullosamente construyeron casas con todo lujo de detalles y ornamentos, para adorno de la capital y de sus poblaciones de recreo, como colofón de una vida de tesón y de valentía.
Hasta aquí esta romántica visita al pasado reciente, su riqueza, y su legado en la arquitectura local. Solo que hay más, mucho más, y puede que no te guste.
Pueblos como Tiana, Alella, Masnou, Vilassar, Mataró, que pueden presumir de preciosas casas modernistas y también de caprichos de estilo colonial, bonitas casas construidas por burgueses, comerciantes, industriales, por los míticos indianos, aquellas gentes aventureras que zarparon a "hacer las Americas", emprendedores, comerciantes que lo apostaron todo y volvieron vencedores de su aventura mercantil y orgullosamente construyeron casas con todo lujo de detalles y ornamentos, para adorno de la capital y de sus poblaciones de recreo, como colofón de una vida de tesón y de valentía.
Hasta aquí esta romántica visita al pasado reciente, su riqueza, y su legado en la arquitectura local. Solo que hay más, mucho más, y puede que no te guste.
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La participación catalana en el comercio negrero
Según expone José Luís Gómez en Proyecto Ensayo Hispánico: "El término "trata" es un eufemismo conveniente que busca eliminar la dimensión ética del concepto implícito en "la trata de esclavos". Un término mucho más apropiado es el de "comercio negrero", pues la palabra "negrero" ha conservado la carga de infamia que implica rebajar al ser humano a la categoría de mercancía. En cualquier caso, ambos términos se nos presentan en el siglo XXI como lejanos, como desprovistos de verdadero significado."
El comercio de seres humanos y su explotación se ha dado siempre o por lo menos desde que existen referencias escritas históricas. Pero vamos a conocer un episodio en la historia de España que es muy reciente, me atrevería a decir que actual, teniendo en cuenta que 200 años no son nada en el contexto histórico de la Península Ibérica y sin embargo, el tupido velo del olvido por omisión se ha cernido sobre él con una facilidad y celeridad sorprendentes, teniendo en cuenta la magnitud del mismo.
Aclararé que el comercio negrero se dió en toda la Península Ibérica pero esta investigación se centra en la participación catalana ya que he accedido a un, aunque no abundante, si muy interesante material documentado que nos puede ayudar a hacernos una idea de lo que esta práctica significó, no tanto para los que la sufrieron, sobre lo que tenemos creo, una idea muy clara, sino para los que la practicaron. Tiraremos del hilo de fragatas y bergantines para llegar a sus capitanes y puertos de salida, conoceremos sus trayectorias y la cantidad de mercancia y su destino a ingenios, la mayoría en este caso Cubanos, donde conoceremos el nombre y apellidos de algunos de los propietarios, pero hay más aún, veamos a donde fueron a parar muchos de los inmorales beneficios obtenidos.
La época de la transición de un Imperio a un sistema colonial
El ciclo colonial que se inició a mediados del XVIII y se extendió hasta los años sesenta del siglo XIX, fue un período en el cual España tuvo que enfrentarse, en primer lugar, al impacto de la Guerra de los Siete Años en las colonias, que implicó la invasión británica de Manila y de La Habana y puso en peligro la seguridad de las posesiones españolas. A este proceso se le sumó, en segundo lugar, la quiebra de la América continental hispana, que puso aún más en cuestión la supervivencia del Imperio español.
Además, en esos años, emergió el Segundo Imperio Británico y se inició la reclamación de la Doctrina Monroe sobre el mundo caribeño por parte de los Estados Unidos. En ese contexto, la potencia imperial en declive superó todos esos retos, y fue capaz de recomponer un nuevo modelo colonial sobre Cuba, Puerto Rico y Filipinas. En ese proceso de reajuste que implicó el paso del Gran Imperio al sistema de las tres colonias insulares no existió un único camino de salida. Las modalidades de la transición, las transformaciones adoptadas en cada uno de los espacios, dependieron de las circunstancias locales. Distintas fórmulas fueron empleadas en Cuba, Puerto Rico y Filipinas.
Hacia Cuba desde el Maresme
“Tengo 65 años. Nací y vivo en El Masnou. Soy historiador y fotógrafo. Estoy soltero y sin hijos. ¿Política? Catalanista y demócrata. Soy creyente y no comulgo con el clero. Hubo 220 expediciones negreras catalanas de 1821 a 1845. El Masnou tuvo ocho traficantes de esclavos”.
Así es la carta de presentación de Joan Muray, historiador local del pueblo costero de El Masnou. El Masnou se encuentra a unos escasos 18 kilómetros de Barcelona siguiendo la linea de la playa y cuenta con una población de 22.500 habitantes. Es un típico pueblo de raices marineras de la costa del Maresme, de su moderno puerto actual es dificil imaginar el zarpar de fragatas y bergantines pero según asegura Muray, en aquel entonces, con una población de 4.000 habitantes, El Masnou contaba con cuatro astilleros, decenas de armadores y 800 capitanes de barco y llegó a contabilizar 400 navíos, que se fletaban y zarpaban desde Barcelona u otros puertos.
“Tengo 65 años. Nací y vivo en El Masnou. Soy historiador y fotógrafo. Estoy soltero y sin hijos. ¿Política? Catalanista y demócrata. Soy creyente y no comulgo con el clero. Hubo 220 expediciones negreras catalanas de 1821 a 1845. El Masnou tuvo ocho traficantes de esclavos”.
Así es la carta de presentación de Joan Muray, historiador local del pueblo costero de El Masnou. El Masnou se encuentra a unos escasos 18 kilómetros de Barcelona siguiendo la linea de la playa y cuenta con una población de 22.500 habitantes. Es un típico pueblo de raices marineras de la costa del Maresme, de su moderno puerto actual es dificil imaginar el zarpar de fragatas y bergantines pero según asegura Muray, en aquel entonces, con una población de 4.000 habitantes, El Masnou contaba con cuatro astilleros, decenas de armadores y 800 capitanes de barco y llegó a contabilizar 400 navíos, que se fletaban y zarpaban desde Barcelona u otros puertos.
Puerto de El Masnou
Según Muray, hay ocho casos documentados de capitanes negreros en El Masnou, entre ellos, Joan Maristany, Francesc Maristany, Carles Maristany, Pere Estapé, Joan Curell, aunque no tarda en recalcar que eran solo ocho entre ochocientos, el 1%.
Es Joan Maristany, el infame "Marutani" que aparece en los documentos ingleses, el que se cargó la cultura de la isla de Pascua. "En diciembre de 1862, capitaneó la expedición esclavista que diezmó la isla de Pascua. Al frente de una flotilla peruana, en su corbeta masnovina Rosa y Carmen, a punta de armas, mató a los que se resistían, capturó a un millar de isleños de los 4.000 que vivían en Pascua y los vendió en El Callao. Incluidos, entre ellos, la casta sacerdotal y la familia real: ¡se cargó la cultura pascuense! Algunos aborígenes fueron luego repatriados y contagiaron de viruela al resto de los isleños: ¡quedaron sólo 111 pascuenses vivos!
Después de esto y perseguido por los ingleses en El Callao, la Armada española le ayudó a escabullirse. Al año siguiente estaba en El Masnou, en casa de su hermana, donde vivió plácidamente hasta su muerte en 1914, con 84 años. Dejó mujer quechua e hijos en Perú…
Muchos capitanes e indianos tenían dos familias: una aquí y otra allí. Un día se presentó en la estación de El Masnou la mujer mulata e hijitos mulatos de un prohombre del pueblo. Al saberlo, este respetable señor corrió al cementerio y se pegó un tiro." [1]
Es a partir de 1820, al entrar en vigor el tratado firmado 3 años antes por España e Inglaterra para declarar ilegal el comercio negrero, cuando se convierte en un negocio sumamente rentable, pues tratándose de un asunto de mayor riesgo, comportaba unas ganancias espectaculares. Se estima que los beneficios podían llegar a ser del 200%, con estos, capitán y piloto se hacían bonitas casas que les hubiesen costado años de comercio legal.
Cronología
Para poder situarnos en el tiempo y navegar a través del contexto histórico, es conveniente tener una idea sobre el orden cronólogico de los sucesos históricos, proponemos que leas esta breve cronología antes de entrar en materia, pero si lo prefieres, sáltatela y sigue con el relato.
• La adquisición de negros fuera de la isla de Cuba, Puerto Rico o adyacentes, y su transporte a estas islas o cualquiera otro punto;
• La introducción de ellos en las islas referidas o la presencia en sus aguas jurisdiccionales de buques con cargamento de negros bozales." (Mesa 141-142)
Es Joan Maristany, el infame "Marutani" que aparece en los documentos ingleses, el que se cargó la cultura de la isla de Pascua. "En diciembre de 1862, capitaneó la expedición esclavista que diezmó la isla de Pascua. Al frente de una flotilla peruana, en su corbeta masnovina Rosa y Carmen, a punta de armas, mató a los que se resistían, capturó a un millar de isleños de los 4.000 que vivían en Pascua y los vendió en El Callao. Incluidos, entre ellos, la casta sacerdotal y la familia real: ¡se cargó la cultura pascuense! Algunos aborígenes fueron luego repatriados y contagiaron de viruela al resto de los isleños: ¡quedaron sólo 111 pascuenses vivos!
Después de esto y perseguido por los ingleses en El Callao, la Armada española le ayudó a escabullirse. Al año siguiente estaba en El Masnou, en casa de su hermana, donde vivió plácidamente hasta su muerte en 1914, con 84 años. Dejó mujer quechua e hijos en Perú…
Muchos capitanes e indianos tenían dos familias: una aquí y otra allí. Un día se presentó en la estación de El Masnou la mujer mulata e hijitos mulatos de un prohombre del pueblo. Al saberlo, este respetable señor corrió al cementerio y se pegó un tiro." [1]
Es a partir de 1820, al entrar en vigor el tratado firmado 3 años antes por España e Inglaterra para declarar ilegal el comercio negrero, cuando se convierte en un negocio sumamente rentable, pues tratándose de un asunto de mayor riesgo, comportaba unas ganancias espectaculares. Se estima que los beneficios podían llegar a ser del 200%, con estos, capitán y piloto se hacían bonitas casas que les hubiesen costado años de comercio legal.
Cronología
Para poder situarnos en el tiempo y navegar a través del contexto histórico, es conveniente tener una idea sobre el orden cronólogico de los sucesos históricos, proponemos que leas esta breve cronología antes de entrar en materia, pero si lo prefieres, sáltatela y sigue con el relato.
- 1817 España firma con Inglaterra un tratado internacional mediante el cual se comprometía a suprimir la trata y abolir la esclavitud en un plazo de tres años. El acuerdo sin provisiones específicas quedó únicamente en expresión diplomática. No fue hasta 1867 cuando se publicó un decreto condenando e imponiendo penas para el tráfico negrero; para estas fechas los esclavos en Cuba habían ascendido de 199.145 en 1817, a 369.000 en 1867.
- 1818 En Chile, en el Proyecto de Constitución Provisoria de 1818 se reitera el decreto de 1811 sobre la libertad de vientres: “Artículo 12.- Subsistirá en todo vigor la declaración de los vientres libres de las esclavas, dada por el Congreso, y gozarán de ella todos los de esta clase nacidos desde su promulgación."
- 1820 Fecha en la que la supresión de la trata y abolición de la esclavitud firmada con Inglaterra tres años antes, entran en vigor en España. Imposición de la Constitución de Cádiz.
- 1823 Chile, La Constitución de 1823 se pronuncia contra la esclavitud: “Artículo 8.- En Chile no hay esclavos: el que pise su territorio por un día natural será libre. El que tenga este comercio no puede habitar aquí más de un mes, ni naturalizarse jamás.”
- 1835 Se firma el 28 de junio en Madrid un Tratado entre España y Gran Bretaña para la abolición de la trata de esclavos.
- 1838 Se decreta la abolición definitiva de los esclavos negros en el caribe británico.
- 1845 Ley del 2 de mayo de 1845, con imposición de penas a los que se dediquen a la trata de negros.
- 1848 La República Francesa decreta la abolición de los esclavos en el Caribe Francés. Motivado por los sucesos en las Antillas francesas, y temeroso de que las rebeliones de esclavos se propagaran por las colonias españolas, Don Juan Prim, Conde de Reus, dicta en Puerto Rico el denominado Bando Negro del 31 de mayo de 1848. En él se imponían penas drásticas contra los negros libres o esclavos de la isla (“Art. 2. Todo individuo de raza africana, sea libre o esclavo, que hiciere armas contra los blancos, justificada que sea la agresión, será, si fuese esclavo, pasado por las armas, y si fuese libre se le cortará la mano derecha por el verdugo; pero si resultase herida será pasado por las armas”).
- 1851 "Ley declarando abolida para siempre la esclavitud en Venezuela".
- 1853 El Artículo 15 (primera parte) de la Constitución Argentina de 1853 declara la abolición de la esclavitud en el territorio argentino.
- 1854 El 3 de diciembre se publica el Decreto de la Abolición de la Esclavitud en Perú. El objetivo de este decreto se recoge después en el Estatuto provisorio de 1855 (26 de junio de 1855), cuyo artículo 8, apartado 2, dice: “Nadie es esclavo en la República.” Luego, la Constitución de 1856 (Promulgada el 13 de octubre de 1856), bajo el “Título IV. Garantías individuales” señala igualmente en el Artículo 17, que “Nadie es esclavo en la República”. Se da más énfasis a la lucha contra la abolición en el Artículo 40, apartado 6, donde se dice que el “El derecho de ciudadanía se pierde […] Por el tráfico de esclavos aun en el exterior”.
- 1856 La última llegada documentada de un barco de esclavos negros a Brasil.
- 1863 Holanda decreta la abolición de la esclavitud en Surinam y en las antillas holandesas. Se proclama la emancipación de los esclavos en Estados Unidos.
- 1865 Estados Unidos proclama la abolición de la esclavitud y la hace efectiva a través de una enmienda a su constitución (Enmienda XIII). Julio Vizcarrondo, hacendado puertorriqueño que había dado libertad a sus esclavos, crea la Sociedad Abolicionista Española. En este mismo año de 1865 se funda el periódico El abolicionista.
- 1867 Llegada del último barco de esclavos negros a Cuba. Ley del 17 de mayo de 1867, en la que se "establecen normas para la represión y castigo del trafico de negros. Quedan configurados como delitos de trata:
• La adquisición de negros fuera de la isla de Cuba, Puerto Rico o adyacentes, y su transporte a estas islas o cualquiera otro punto;
• La introducción de ellos en las islas referidas o la presencia en sus aguas jurisdiccionales de buques con cargamento de negros bozales." (Mesa 141-142)
- 1868 Decreto sobre la esclavitud, del 27 de diciembre, de Carlos Manuel de Céspedes, capitán general del Ejército Libertador de Cuba y encargado de su gobierno provisional.
- La revolución que tuvo lugar en España en septiembre de 1868, denuncia también la esclavitud e inicia el camino para su abolición, aun cuando su propuesta sea todavía tímida: La Junta Superior Revolucionaria, Considerando que la esclavitud de los negros es un ultraje a la naturaleza humana y una afrenta para la nación, que única ya en el mundo civilizado, la conserva ya en todo su integridad. […] la esclavitud es una de esas instituciones repugnantes, cuya desaparición no debe hacerse esperar […] La Junta Superior Revolucionaria propone al gobierno provisional como medida de urgencia y salvadora: Quedan declarados libres todos los nacidos de mujer esclava, a partir del 17 de septiembre próximo” (Mesa 71).
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Así pues, queda claro que España fue la última en abolir la esclavitud y que se dieron dos etapas bien definidas; en palabras de Josep M. Fradera:
“La trata negrera realizada por catalanes y españoles presenta dos etapas bien definidas: una fase legal y liberalizada, que va de 1789 a 1820, y otra ilegal y clandestina hasta los años sesenta (...). En total durante los años de tráfico legal, los buques catalanes transportaron a Cuba un total de 30.696 esclavos, el 10% de los entrados en la isla y el 27’7 % de los que llegaron en barcos de pabellón español.
Más difícil es medir la presencia catalana en el tráfico clandestino (...) En los mismos libros de contabilidad de las casas comerciales barcelonesas se puede observar que los “negros” se convierten en “bultos” o “carbón”. La única medida fiable son las listas de embarcaciones capturadas por lo abolicionistas ingleses (...) entre 1821 y 1845 fueron capturados 233 navíos españoles, 56 de los cuales catalanes, es decir, casi un 24 % del total. Estos barcos transportaban 8.351 esclavos...”
“A partir de 1820 la ilegalización del tráfico modificó su organización: concentración del sector y consolidación de una capa de negreros especializados (...) Estos traficantes dedicados a la dirección y organización del negocio negrero formarán la segunda y gran generación de negreros catalano-cubanos. Es la del los Samá, Francesc Martí, Pau Forcadé, Josep Maria Borrell, Miquel Pous y otros. Algunas firmas catalanas se establecieron incluso en los puertos norteamericanos: la casa Prats, Pujol y Cia., tenia casa abierta en Nueva York y Nueva Orleans”. Josep M.Fradera. Catalunya i Cuba en el S.XIX en “Avenç”, no. 75. Barcelona 1984.
Es en los inicios y final de esta etapa clandestina en la que nos sumergiremos.
Más difícil es medir la presencia catalana en el tráfico clandestino (...) En los mismos libros de contabilidad de las casas comerciales barcelonesas se puede observar que los “negros” se convierten en “bultos” o “carbón”. La única medida fiable son las listas de embarcaciones capturadas por lo abolicionistas ingleses (...) entre 1821 y 1845 fueron capturados 233 navíos españoles, 56 de los cuales catalanes, es decir, casi un 24 % del total. Estos barcos transportaban 8.351 esclavos...”
“A partir de 1820 la ilegalización del tráfico modificó su organización: concentración del sector y consolidación de una capa de negreros especializados (...) Estos traficantes dedicados a la dirección y organización del negocio negrero formarán la segunda y gran generación de negreros catalano-cubanos. Es la del los Samá, Francesc Martí, Pau Forcadé, Josep Maria Borrell, Miquel Pous y otros. Algunas firmas catalanas se establecieron incluso en los puertos norteamericanos: la casa Prats, Pujol y Cia., tenia casa abierta en Nueva York y Nueva Orleans”. Josep M.Fradera. Catalunya i Cuba en el S.XIX en “Avenç”, no. 75. Barcelona 1984.
Es en los inicios y final de esta etapa clandestina en la que nos sumergiremos.
Barcos, capitanes, mercancia y "hombres de negocios"
Leyendo el estudio de Martín Rodrigo y Alharilla "Una cara y mil cruces de la esclavitud en las Antillas Españolas" impresiona la cantidad de datos y hechos, cuyo acceso deviene un ejercicio complicado para el ciudadano medio. En este fascinante relato Rodrigo nos lleva a una Barcelona del siglo XIX para muchos desconocida.
Según Rodrigo y como ya hemos indicado antes, tras la ilegalización los beneficios se dispararon y cabe destacar que no solo no disminuyo el comercio negrero, sino que aumentó, como escribió Antonio Ferrer del Rio, un viajero que visitó Cuba en 1838: "Hoy ofrece la carrera de Africa enormes riesgos a los que a ella se lanzan, pues tienen que habérselas de seguro con los súbditos de la señora de los mares (Inglaterra) que cruzan incesantemente aquellas aguas. Esto es un incentivo más para los espíritus aventureros, excitándoles no solamente el celo de la ganancia sino el azar del peligro" (Franco,1980:367). En segundo lugar, debido a la persecución británica, el negocio se concentró en manos de empresarios con mayores capitales. En palabras de Jordi Maluquer de Motes, "la persecución del tráfico facilitó la concentración del dinero en manos [de los grandes comerciantes] que eran los únicos capaces de montar operaciones negreras de gran envergadura, e hizo subir el precio de los esclavos a niveles astronómicos".
Es difícil calcular la rentabilidad de una actividad ilegal como el comercio negrero, aunque estudios de diversos autores apuntan que nos hallamos ante una actividad que rendía beneficios espectaculares. Luis Alonso ha calculado, por ejemplo, que las ganancias directas producidas en Cuba por la venta de esclavos, en los nueve años transcurridos entre 1856 y 1864, alcanzaron la friolera de 35 millones de dólares (Alonso, 1994: 9-10). Cabe preguntarse ¿adonde fue a parar todo ese dinero?
Según Rodrigo y como ya hemos indicado antes, tras la ilegalización los beneficios se dispararon y cabe destacar que no solo no disminuyo el comercio negrero, sino que aumentó, como escribió Antonio Ferrer del Rio, un viajero que visitó Cuba en 1838: "Hoy ofrece la carrera de Africa enormes riesgos a los que a ella se lanzan, pues tienen que habérselas de seguro con los súbditos de la señora de los mares (Inglaterra) que cruzan incesantemente aquellas aguas. Esto es un incentivo más para los espíritus aventureros, excitándoles no solamente el celo de la ganancia sino el azar del peligro" (Franco,1980:367). En segundo lugar, debido a la persecución británica, el negocio se concentró en manos de empresarios con mayores capitales. En palabras de Jordi Maluquer de Motes, "la persecución del tráfico facilitó la concentración del dinero en manos [de los grandes comerciantes] que eran los únicos capaces de montar operaciones negreras de gran envergadura, e hizo subir el precio de los esclavos a niveles astronómicos".
Es difícil calcular la rentabilidad de una actividad ilegal como el comercio negrero, aunque estudios de diversos autores apuntan que nos hallamos ante una actividad que rendía beneficios espectaculares. Luis Alonso ha calculado, por ejemplo, que las ganancias directas producidas en Cuba por la venta de esclavos, en los nueve años transcurridos entre 1856 y 1864, alcanzaron la friolera de 35 millones de dólares (Alonso, 1994: 9-10). Cabe preguntarse ¿adonde fue a parar todo ese dinero?
Siguiendo el rastro del dinero
Can Bassa-Sitges, en cuya fachada
figura un catalán bebiendo de un porrón
y un americano que bebe mate.
Obviamente el dinero se invirtió en diversas actividades, la inmobiliaria fue una de ellas, la inversión en fincas, principalmente urbanas, fue uno de los sitios donde mejor esconder este dinero y la Barcelona del siglo XIX, un espacio interesante donde hacerlo. Existian aquellos que habían operado desde las Antillas y después retornaban a Barcelona y los que operaban directamente en Barcelona. Sobre estos últimos Rodrigo menciona a un tal Cristobal Roig Vidal, que intentó fundar una factoría negrera en Madagascar, sirviéndose de los hermanos Ricomá, capitanes de sus buques negreros y que durante cuatro años, hasta el 1826 llegó a armar cinco expediciones negreras con destino a las costas malgaches, pero a partir de este año y durante diez años más, hasta 1836, cambió de preferencia y decidió contribuir a la financiación de las expediciones negreras que sus socios y colaboradores armaban desde La Habana, eso si, camufladas con mucho cuidado en sus libros de contabilidad. Otras trece expediciones negreras fueron armadas desde Barcelona por Jaime Tintó entre 1827 y 1832, los veleros estaban matriculados en Mahón o en la capital catalana. (Sosa, 1998).
También aparece Pedro Gil Babot, el rico empresario, que llegó a tener treinta veleros mercantes y que había dedicado algunos de sus buques al comercio negrero y que puede que sea más conocido al lector por ser padre del mecenas que financió la construcción del Hospital de Sant Pau, una de las joyas del modernismo catalán. Como ejemplo de uno de los bergantines de Gil utilizados para el comercio negrero tenemos el Tellus :
“Con el bergantín “Tellus” se estrenaron (el capitán Font y sus hijos) en el transporte de carne negra desde Africa al mar de las Antillas. La primera singladura fue hasta Mozambique en 1820 (...). El capitán Font Fors tenia un apoderado en el puerto de Barcelona, Pere Gil. Éste le escribe una carta explicándole los preparativos del viaje del Tellus a Africa: “Sr. Joan Font i Fors. Caet. Barcelona 21 de julio de 1819 (...) Primeramente el sujeto que va encargado de la expedición, que es el Sr. Joan Botet, de Palamós, recién llegado de la Habana y bastante práctico en estas expediciones por tener 8 viajes, ocupará las plazas de Capitán, Piloto y Maestre dándole 100 (duros) mensuales y un 7 % del producto de la expedición en bruto. A su hijo que ocupará la plaza de segundo se le darán 100 (duros) de salario mensual y 3 duros por cada negro que llegue a la Habana. Al tercero se le darán 60 duros mensuales y 1/2 duro por cada negro de los que lleguen a la Habana (...)” Rovira. El bergant negrer Tellus en “Avenç”, no. 75. Barcelona 1984.
Otros hombres de negocio que se dedicaron ocasionalmente al comercio negrero fueron Mariano Flaquer e Hijo, cuyos socios organizaron una expedición a La Habana en 1821 que logró desembarcar a más de trescientos esclavos. El hijo y socio de Mariano Flaquer padre, Mariano Flaquer Padrines, jugó un importante papel en el impulso del Banco de Barcelona, del que fue miembro de su primera Junta de Gobierno (Blasco, 2005: 119-120).
Otro gran comerciante de Barcelona, Juan Roig Jacques que participó en el comercio negrero, armó la goleta Semirámide, al mando del capitán Juan Ferrer Roig, tio del conocido industrial y político José Ferrer Vidal y tio abuelo de Luis Ferrer-Vidal Soler, primer presidente de La Caixa de Pensions. José Vidal Ribas, por su parte, hacía compatible la gestión, a distancia, de su factoría negrera ubicada cerca de Wydah, en la costa africana, con su participación en la Sociedad Catalana de Crédito y en el Fomento del Ensanche de Barcelona. Sabemos que se asoció al indiano Esteban Gatell (miembro, como Mariano Flaquer, de la Junta del Gobierno del Banco de Barcelona), a Carlos Torrents Miralda (uno de los primeros contribuyentes de la capital catalana en 1840) y a Domingo Mustich, para financiar mancomunadamente, en 1855, una expedición negrera a las costas de Guinea.
Desde La Habana personajes como Salvador Samá Martí, Pancho Martí Torrents, Jaime Vilardebó Ferrer, Manuel Roig Milà, Isidro Anglada, Pablo Forcadell, Josep Maria Borrell, Miquel Pous o José Baró Blanchart, fueron reconocidos negreros (Moreno, 1978; Franco, 1980; Fradera, 1985).
También aparece Pedro Gil Babot, el rico empresario, que llegó a tener treinta veleros mercantes y que había dedicado algunos de sus buques al comercio negrero y que puede que sea más conocido al lector por ser padre del mecenas que financió la construcción del Hospital de Sant Pau, una de las joyas del modernismo catalán. Como ejemplo de uno de los bergantines de Gil utilizados para el comercio negrero tenemos el Tellus :
“Con el bergantín “Tellus” se estrenaron (el capitán Font y sus hijos) en el transporte de carne negra desde Africa al mar de las Antillas. La primera singladura fue hasta Mozambique en 1820 (...). El capitán Font Fors tenia un apoderado en el puerto de Barcelona, Pere Gil. Éste le escribe una carta explicándole los preparativos del viaje del Tellus a Africa: “Sr. Joan Font i Fors. Caet. Barcelona 21 de julio de 1819 (...) Primeramente el sujeto que va encargado de la expedición, que es el Sr. Joan Botet, de Palamós, recién llegado de la Habana y bastante práctico en estas expediciones por tener 8 viajes, ocupará las plazas de Capitán, Piloto y Maestre dándole 100 (duros) mensuales y un 7 % del producto de la expedición en bruto. A su hijo que ocupará la plaza de segundo se le darán 100 (duros) de salario mensual y 3 duros por cada negro que llegue a la Habana. Al tercero se le darán 60 duros mensuales y 1/2 duro por cada negro de los que lleguen a la Habana (...)” Rovira. El bergant negrer Tellus en “Avenç”, no. 75. Barcelona 1984.
Otros hombres de negocio que se dedicaron ocasionalmente al comercio negrero fueron Mariano Flaquer e Hijo, cuyos socios organizaron una expedición a La Habana en 1821 que logró desembarcar a más de trescientos esclavos. El hijo y socio de Mariano Flaquer padre, Mariano Flaquer Padrines, jugó un importante papel en el impulso del Banco de Barcelona, del que fue miembro de su primera Junta de Gobierno (Blasco, 2005: 119-120).
Otro gran comerciante de Barcelona, Juan Roig Jacques que participó en el comercio negrero, armó la goleta Semirámide, al mando del capitán Juan Ferrer Roig, tio del conocido industrial y político José Ferrer Vidal y tio abuelo de Luis Ferrer-Vidal Soler, primer presidente de La Caixa de Pensions. José Vidal Ribas, por su parte, hacía compatible la gestión, a distancia, de su factoría negrera ubicada cerca de Wydah, en la costa africana, con su participación en la Sociedad Catalana de Crédito y en el Fomento del Ensanche de Barcelona. Sabemos que se asoció al indiano Esteban Gatell (miembro, como Mariano Flaquer, de la Junta del Gobierno del Banco de Barcelona), a Carlos Torrents Miralda (uno de los primeros contribuyentes de la capital catalana en 1840) y a Domingo Mustich, para financiar mancomunadamente, en 1855, una expedición negrera a las costas de Guinea.
Desde La Habana personajes como Salvador Samá Martí, Pancho Martí Torrents, Jaime Vilardebó Ferrer, Manuel Roig Milà, Isidro Anglada, Pablo Forcadell, Josep Maria Borrell, Miquel Pous o José Baró Blanchart, fueron reconocidos negreros (Moreno, 1978; Franco, 1980; Fradera, 1985).
Uno de los personajes que menciona Martín Rodrigo en su fascinante relato es el comerciante negrero José Xifré Casas, nacido en Arenys de Mar, que marchó a La Habana en 1798 y donde vivió durante 25 años hasta que en Abril de 1823, se trasladó a Nueva York. Siete años después Xifré volvió a Cataluña (Ramón de San-Pedro, 1956). Acabó invirtiendo buena parte de su fortuna en bienes inmuebles. Compró, en primer lugar, tres fincas contiguas, sitas en las calles Marqués de Barberá y Nou de la Rambla. Y poco después, en 1835, compró 3.400 metros cuadrados edificables en una zona cercana al puerto de Barcelona, donde levantó 11 edificios diferentes que le convirtieron en el segundo mayor propietario de fincas urbanas de la capital catalana (De Riquer, 1985).
Tampoco nos podemos olvidar del insigne y bien conocido D. Antonio López y López, Marqués de Comillas, quien junto con su hermano Claudio se dedicó al comercio negrero, ambos acabaron edificando sus residencias en las Ramblas. Existe testimonio escrito por parte del cuñado del marques de Comillas conforme a la naturaleza de sus negocios, describiendo a López como "el negrero más duro, más empedernido, feroz y bárbaro que nunca había visto Santiago de Cuba", escrito que fue publicado paralelamente a la publicación en 1883 del Homenaje de la ciudad de Barcelona al Excmo. Sr. D. Antonio López y López, marqués de Comillas; aún así, el cambio de nombre de la plaza de San Sebastián a la de Plaza de Antonio López se llevó a cabo y además se erigió una estatua al insigne negrero que aún sigue en pie.
Tampoco nos podemos olvidar del insigne y bien conocido D. Antonio López y López, Marqués de Comillas, quien junto con su hermano Claudio se dedicó al comercio negrero, ambos acabaron edificando sus residencias en las Ramblas. Existe testimonio escrito por parte del cuñado del marques de Comillas conforme a la naturaleza de sus negocios, describiendo a López como "el negrero más duro, más empedernido, feroz y bárbaro que nunca había visto Santiago de Cuba", escrito que fue publicado paralelamente a la publicación en 1883 del Homenaje de la ciudad de Barcelona al Excmo. Sr. D. Antonio López y López, marqués de Comillas; aún así, el cambio de nombre de la plaza de San Sebastián a la de Plaza de Antonio López se llevó a cabo y además se erigió una estatua al insigne negrero que aún sigue en pie.
Pero, como ya hemos mencionado, los astronómicos beneficios se invirtieron en diversos negocios, como apunta M. Izard, “Los beneficios formidables derivados del comercio de brazos se canalizaron en direcciones muy diversas. (...) Los Samá, (Marqueses de Samá y Marianao) se convirtieron en impresionantes propietarios de tierras tanto en Cuba como en Cataluña; (...) Miquel Biada, promotor del Ferrocarril Barcelona-Mataró; Güell y Ferrer, banquero, terrateniente, fabricante de panas y copropietario de La Maquinista; los Canela, Cañella, Plandolit i Salom, vinculados al mundo de las finanzas y propietarios de importantes empresas navieras”.
El comercio negrero en época clandestina se pone cada vez más difícil
En "La burguesía catalana y la esclavitud colonial: modos de producción y práctica política", Jordi Maluquer explica que las crecientes dificultades para realizar expediciones negreras facilitaron el montaje del comercio de irlandeses y canarios en primer lugar y de gallegos y chinos posteriormente. La principal casa importadora de culís, nombre con el que se conocía a los "trabajadores" de orígen asiático, parece que fue, al menos durante algunos años, la compañía de colonización asiática "La Alianza" de Colomé, Ferran y Dupierris. En 1866 la compañía fue multada con 5.000 escudos por haber incumplido las disposiciones oficiales sobre el transporte de culís en los viajes de sus barcos Vasco de Gama y María de la Gloria, ya que "a la falta de aire y agua debe atribuirse la extraordinaria mortandad ocurrida en las dos expediciones". A pesar de esto, Joan Atilà Colomé, que figuraba como gerente y representante de la compañía (Ferran actuaba entonces por su cuenta), obtuvo durante el primer semestre de 1867, autorización para introducir a 3.500 chinos.
Maluquer nos proporciona una muy interesante reseña histórica que hace pensar en la mutación, necesaria por la inexorable corriente abolicionista, de las formas aunque no del contenido, lectura que invita a recapacitar sobre las mismas formas y contenido de producción actuales:
"El comerciante Miquel Estorch fue el promotor de una nueva experiencia de substituir a los esclavos negros por catalanes asalariados. En 1840 y 1841 contrató un número reducido de estos últimos, los instaló en el ingenio La Colonia y los resultados que obtuvo fueron buenos inicialmente: "Los catalanes de Estorch lo están haciendo perfectamente. En una semana han echado abajo una caballería y media de tierra, y están furiosos por sembrar y recoger el fruto. No hay que persuadir ni azotar; ellos allá se disputan su trabajo y se eligen sus cabos de cuadrilla. A fuer de trabajadores, eligen al más trabajador y aquello es una república de paz y de laboriosidad. ¡Qué ejemplo para los negreros!" Pero los catalanes se resistían a trabajar jornadas de dieciocho horas diarias y exigían una manutención alimentaria mas cara que aquella con la que tenían que contentarse los negros, razón por la cual Estorch acabó liquidando la experiencia".
Más se perdió en Cuba – El movimiento abolicionista
Si el mantenimiento de la esclavitud y las tareas esclavistas había permitido la formación de grandes capitales, diversas circunstancias –interiores y exteriores– condenaban a aquella a la desaparición.
El abolicionismo –movimiento que exigía el reconocimiento de la libertad que, como hombres, tenían los negros– nació en nuestro país en la segunda mitad del siglo XIX, cuando todos los paises de Europa y América, a excepción de Brasil, habían suprimido ya la esclavitud. Hubo que esperar hasta el año 1865 para ver como los abolicionistas españoles –librecambistas, demócratas, radicales antillanos– fundaban un organismo de propaganda y de acción, la Sociedad Abolicionista Española, que al poco tiempo fue prohibida por el gobierno moderado.
La revolución de 1868 y la caida de Isabel II abrieron una nueva situación política en la que el abolicionismo pudo volver a activar su acción y su propaganda. Después, contaron incluso con el apoyo de algunos diputados puertoriqueños elegidos para las nuevas Cortes-Constituyentes. Un problema nuevo y grave había surgido simultaneamente: el inicio de la guerra separatista en Cuba.
Este hecho había provocado una clara reacción en Cataluña. Probablemente la persona más representativa de la actitud de la alta burguesía industrial y comercial catalana fue Joan Güell i Ferrer, indiano, propietario rural, gran empresario textil y metalúrgico, campeón del proteccionismo y dirigente de la organización patronal más importante. Publicó un opúsculo sobre la cuestión. Afirmaba que Cuba no tenía otros pobladores que españoles de orígen peninsular, o bien procedentes de Santo Domingo o del continente, de indiscutible raíz hispánica. Tan solo las reducidas minorias indígenas y extranjeras constituían una excepción, pero no formaban ningún grupo suficientemente amplio ni homogéneo. Por esto, consideraba que todo cubano que quisiera la separación de la madre patria, era un mal español y, como tal, digno de ser "execrado". No solamente pensaba que la independencia de la isla era injustificable, sino que no era conveniente para ella misma. La inmensa mayoría de los revolucionarios cubanos eran aventureros y hombres sin fortuna "que tenían horror al trabajo y escesivo (sic) amor a los goces, y quieren obtenerlos pronto y sin fatiga", dirigidos por unos pocos hombres fanáticos por una libertad estremada (sic)".
Hasta la primera guerra separatista, la clase dirigente cubana no muestra ni la más mínima voluntad de adquirir la independencia, es decir, de tejer un Estado al servicio de sus intereses, a pesar de que los motivos de fricción con la metrópolis eran grandes. Su actitud consistió únicamente en presentar respetuosamente, reivindicaciones y quejas, según la estrategia perfectamente inútil del "reformismo". En algunos momentos, buscó la emancipación respecto a España, pero nunca lo hizo de una manera independentista sino para unirse a otro Estado, el Norteamericano –y, mejor, los estados del sur–, que les garantizarían la continuidad de la esclavitud, según la estrategia perfectamente antinacional del "anexionismo". Se trataba de dos variantes de una sola actitud y de una sola ideología: cuando temía una acción de tipo abolicionista por parte del gobierno español y del capitán general, hacía rápidamente uso de la amenaza anexionista.
En plena guerra independentista los terratenientes esclavistas se mantenían muy alejados del terreno de las batallas y de las conspiraciones, buscando desesperadamente encontrar una fórmula para una imposible continuación del tráfico de africanos o de obtener formas substitutivas.
Muy significativamente, mientras la guerra se intensificaba en la zona oriental, un clima de tranquilidad dominaba en la zona occidental, donde se encontraban 1.065 de los 1.365 ingenios azucareros censados en el año 1868. El conflicto se convirtió en una insurrección antiesclavista y los dirigentes nacionalistas, aunque a regañadientes, tuvieron que proclamar la abolición, con lo cual se ganaban la definitiva desafección de los terratenientes esclavistas y se condenaban al fracaso. La contradicción colonia-metrópolis y su concreción criollos-peninsulares estaban supeditadas a una contradicción más importante y más grave: la que enfrentaba a los esclavos con los esclavistas. A pesar de que el estado, instrumento de la explotación colonial, no estaba en manos de los terratenientes esclavistas, estos fueron incapaces de luchar para conquistarlo, justamente porque formaban una clase social anticuada, incompatible con el mundo exterior capitalista. El estado fue en la Cuba esclavista palanca de acción de la única y verdadera clase burguesa: los comerciantes, usureros y negreros, españoles la mayoría o bien extranjeros.
Los Círculos "Hispano-Ultramarinos"
Al final del año 1871, los indianos, ante las crecientes amenazas y el impulso abolicionista, deciden organizarse. Por esta razón fundan en Madrid el "Centro Hispano-Ultramarino", entidad que estatutariamente solo podia permitir, para los cargos directivos, españoles que hubiesen residido en las Antillas. Después del Centro de Madrid se fundaron otras entidades similares, con el nombre de "Círculos Hispano-Ultramarinos", de los cuales, los más importantes fueron los de Santander, Cádiz y sobre todo, el de Barcelona.
Cuando los radicales proponen la abolición de la esclavitud en Puerto Rico –como prueba de espíritu reformista– medida de una cierta espectacularidad pero, en cambio, inocua en la práctica, esta tenía más graves repercusiones ya que presuponía la condena global de la institución de la esclavitud y, por tanto, anunciaba para un dia no lejano, una medida similar para Cuba. A finales de año, la posición del gobierno, presionado por los republicanos y por diversos gobiernos extranjeros, ya había sido tomada.
Al saberse la decisión se levantó "una verdadera cruzada". El Centro de Madrid organizó actos de protesta, manifiestos y exposiciones contra la medida propuesta y también alborotos en las calles. El Círculo barcelonés nombró una comisión para que fuese a entrevistarse con el presidente del consejo de ministros y le hiciese entrega de distintos documentos de protesta; la comisión partía el 14 de Diciembre de 1872 hacia Madrid. Doce entidades ciudadanas, entre ellas el Fomento de la Producción Nacional, Instituto Agrícola Catalán de San Isidro, el Instituto Industrial de Cataluña y la Sociedad Económica de Amigos del Pais, presentaron sus escritos. Además se presentó uno elaborado por el mismo Círculo, firmado por un gran número de "propietarios, fabricantes, navieros, comerciantes, industriales, vecinos de esta capital", que manifestaban muy claramente que se trataba de defender unos intereses concretos de la alta burguesía del país.
El Domingo 23 de Diciembre de 1872 se celebró una manifestación abolicionista, en la cual participaban entre 12.000 y 16.000 personas según fuentes favorables y entre 1.800 y 2.000 según fuentes contrarias. La manifestación salió de la Plaza de Cataluña y fue hasta el pla de Palau, donde los manifestantes comunicaron al gobernador civil su motivo. Posteriormente, la manifestación se dirigió al consulado de los Estados Unidos, donde Sampere i Miquel hizo un discurso poniendo de relieve la contribución americana a la causa de la libertad de los hombres.
Lo que resalta, tanto en la prensa republicana como en la contraria, es la absencia de obreros en la manifestación abolicionista. Efectivamente, el órgano internacionalista La Federación había estado haciendo campaña en contra. El argumento esgrimido por los anarquistas era que no podían prestar apoyo a aquella hipócrita forma de abolir la esclavitud de "nuestros hermanos negros" para someterles a la "nueva esclavitud del salario".
La "Liga Nacional" en Cataluña
El gobierno radical finalmente se decidió a aplicar la abolición en Puerto Rico con caracter inmediato, con el apoyo de Amadeo I. La vigilia del dia de Navidad se presenta en las Cortes el proyecto definitvo. Inmediatemente se organizó una formidable e insólita coalición contra Amadeo I, el gobierno y la abolición de la esclavitud, que tomó el nombre de "Liga Nacional". Carlinos, moderados, conservadores unionistas y alfonsinos, republicanos unitarios y aún los constitucionales, que habían gobernado bajo Amadeo I, superaron sus diferencias con tal de hacer un frente común contra la abolición y reclamando el mantenimiento íntegro de una tímida ley de 1870, que se difundió por todos sitios con un impresionante aval de firmas. Fuera de Madrid solo se constituyeron juntas adheridas a la Liga en unas cuantas ciudades, como Valencia, Zaragoza y Palma de Mallorca.
En Barcelona fue otra cosa. El montaje estuvo a cargo del Círculo y fue precedido por unos cuantos actos preparatorios. Diversas "señoras nacidas en las islas de Cuba y Puerto Rico" enviaron un escrito de tonos amenazantes al presidente del consejo de ministros que fue ampliamente difundido en la prensa local. El 2 de Enero, una serie de "individuos de la nobleza catalana" publicaban y difundian un manifiesto en el cual se adherian a la posición de los aristócratas madrileños. La lista es también impresionante.
Finalmente, el 16 de Enero de 1873, el Círculo celebró una reunión en sus locales con los dirigentes de las corporaciones económicas de la ciudad. Salió nominado un comité organizador, que redactó una circular convocando a una gran reunión constitutiva de la Liga para el 7 de Febrero. En el texto de la circular ya se pueden encontrar los rasgos mas caractrísticos de la Liga barcelonesa. Contrariamente a la madrileña, dejaba muy claro que no se trataba de una maniobra antidinástica. Sus fines eran muy sencillos: "La Liga debe ser contraria al proyecto de ley presentado a las Cortes y demás reformas anunciadas".
La reunión constitutiva de la Liga se celebró en la Lonja con una inmensa concurrencia, calculada en tres mil individuos y compuesta de "grandes navieros y grandes comerciantes[...], modestos industriales [...], artesanos [...], individuos de la nobleza, propietarios y hacendados, personas dedicadas a carreras literarias". Después de unos cuantos discursos patrióticos, el Círculo presentó una resolución de seis puntos en los que expresaban los acuerdos alcanzados: fraternidad con la Liga de Madrid, reafirmación de los principios establecidos en la circular-convocatoria y la designación de una amplia comisión ejecutiva que tendría la representación de la asociación. La presidencia propuso una candidatura de setenta y dos individuos, que fue aceptada íntegramente. Juntamente con esta candidatura pasaron a formar parte de la "representación" de la Liga, la junta del Círculo y la comisión iniciadora.
En total se trataba de un centenar de personas, que, si no de una manera exacta, permiten formarse una imagen bastante definida de la base social del movimiento "liguero". Se encontraban dos obispos de Barcelona, cinco alcaldes de la ciudad, dos presidentes de la Diputación, diez catedráticos de la Universidad y unos cuantos de la escuela de Ingenieros y del Instituto, veinte diputados y senadores, presidentes y rectores de las entidades y corporaciones (Seminario Conciliar, Colegio de Abogados, Sociedad Económica de Amigos del Pais, Instituto Agrícola Catalán de San Isidro, Instituto Industrial de Catalunya, Fomento de la Producción Nacional...), numerosos diputados provinciales y consejeros municipales, fundadores y directores de grandes diarios, escritores e intelectuales de primera fila, grandes financieros, navieros, comerciantes, los apellidos vinculados a las grandes industrias del pais. Encontramos entre ellos, por ejemplo, a 11 de los accionistas iniciales del Banco Hispano Colonial y 24 de los consejeros de la Caixa d'Estalvis y Monte de Piedad de Barcelona. Al levantarse la sesión, el presidente del Círculo envió telegramas explicando el sentido de la reunión a la Liga Nacional de Madrid y a los "Casinos españoles" de Cuba y Puerto Rico.
Pero los acontecimientos se precipitaron de una manera imprevista. Tan solo tres dias después de la asamblea "liguera" y en parte forzado por este tipo de coaliciones, Amadeo I anuncia su irrevocable abdicación, y la Asamblea Nacional, reunión conjunta del Congreso y del Senado, proclama la República. El proyecto de abolición pasa al primer plano de las discusiones de la asamblea. Finalmente, después de muchas dificultades, fue aprobada la ley abolicionista para Puerto Rico, si bien con la modificación según la cual, los negros no adquirirían los derechos políticos hasta pasados cinco años. Pocos dias después los hombres de la Liga Nacional, repentinamente despreocupados del curso de la guerra y de la "integridad nacional", acuerdan disolver su entidad.
Condenada, por fin, la esclavitud, esta tampoco podia durar mucho en Cuba y debía irse desmantelando lenta pero inexorablemente. Catorce años antes de iniciarse el siglo XX y doce años antes de la independencia de la isla, fueron liberados los últimos esclavos.
La actitud decididamente esclavista de la burguesía catalana comporta una aparente contradicción, pues no sería sensato dudar de la mentalidad "moderna" de este estamento. Pero esta contradicción resulta poco sorprendente cuando se advierte que al defender la esclavitud no se hacia otra cosa que tratar de conservar el medio mas seguro de mantener la dominación colonial (por parte de una metrópolis colocada en una situación precaria dentro del concierto del capitalismo "central") y, con esta, una reserva pre-capitalista, donde era posible acumular grandes y pequeñas fortunas, que acababan inyectándose en la economía y la estructura productiva catalanas.
Extracto de listas de barcos catalanes y sus capitanes juzgados por los ingleses por tráfico de esclavos:
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